El presidente de EE.UU. evita la euforia y advierte que aún seguirán los enfrentamientos en Irak
Bush: «Sadam se enfrentará a la justicia que él le negó a millones de iraquíes»
Era el gran enemigo de George W. Bush, el que le hacía saltar los colores al presidente frente a la comunidad internacional y frente a sus adversarios políticos cada vez que alguien lanzaba la odiada pregunta: ¿Donde está Sadam Huseín? Su desaparición tras la guerra de Irak había sido motivo de escarnio público y hasta en Estados Unidos, un país muy poco dado a la ironía, se hacían chistes sobre el paradero del derrocado dictador. Pero ayer, finalmente, Bush pudo vengarse del segundo hombre más buscado por Estados Unidos, -el uno, Osama Bin Laden, sigue desaparecido- y comparacer orgulloso ante las cámaras de televisión para anunciar su captura, ocho meses después de su huída y alabar a las tropas y a los servicios de espionaje norteamericanos por haber conseguido el mayor hito de su vapuleada historia reciente. Con cierto nerviosismo pero con mirada fiera y orgullosa, Bush anunció que había llegado «el final de una oscura y penosa era para Irak. Ha llegado el día de la esperanza». El presidente parece haber aprendido de sus propios errores y en su discurso de ayer, de apenas tres minutos, evitó ser demasiado optimista, como lo fuera tras el anuncio oficial del final de la guerra el pasado 1 de mayo. «Nos vamos a seguir enfrentando a terroristas que prefieren matar a los inocentes que aceptar la llegada de la libertad al corazón de Oriente Medio. Esos hombres son una amenaza directa para el pueblo americano y serán derrotados» aseguró. También se dirigió al pueblo iraquí y repitió palabras ya dichas en ocasiones anteriores pero esta vez, con el As de Picas de la baraja de iraquíes enemigos (que muestra el rostro del dictador) bajo la manga. «Nunca más tendreis que temer el yugo de Sadam Huseín. Todos los iraquíes que han escogido el camino de la libertad han escogido el camino ganador».