Diario de León

Diwaniya fue un infierno

El recuerdo de los soldados españoles en Irak dista mucho de la versión dada por los políticos. No toda la población los veía como amigos, muchos?los?amenazaban?pasando el dedo?por el cuello

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López Penide - redacción
León

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«Nada más montarme en el avión me entraron ganas de llorar de alegría... por fin salía de un infierno para reunirme con mi familia». El que habla es un suboficial de la Brilat que ha pasado los últimos meses en Diwaniya. Otros no tuvieron fuerzas para guardarse las lágrimas. Su recuerdo de su misión dentro de la Brigada Plus Ultra en Irak, al igual que el de varios de sus compañeros -todos pidieron permanecer en el anonimato-, dista del que determinados políticos han intentado mostrar. «Sí, mucha gente nos saludaba al pasar, pero otra mucha nos veía, sonreía y pasaba el dedo índice por el cuello», apunta una soldado. Fueron cuatro meses insoportables para algunos militares. Jornadas de calor inaguantable y tormentas de arena que parecían durar una eternidad, mientras trataban de combatir a mosquitos e insectos de toda clase. Y luego las armas. La opinión de los soldados consultados es que en Irak todo el mundo guarda debajo de la cama un subfusil o una escopeta: «Cualquier cosa es motivo para que saquen las armas y disparen al cielo... o hacia nosotros, porque a veces no sabíamos hacia dónde iban las balas», comenta el primero de los militares. Un compañero recuerda como un día, estando con su unidad de patrulla, llegaron a una plaza donde una multitud se congregaba «celebrando no sé que». Pronto comenzaron a sonar los primeros disparos, «primero al aire y luego, juraría yo, en dirección a nosotros... Optamos por irnos». Oíamos tiros todos los días», acota la soldado. A veces eran amigos, pero otras los militares eran el blanco de los disparos. era el día a día en Diwaniya. Y para muestra, el susto que se llevó una patrulla de la unidad pontevedresa. Los componen-tes decidieron tomarse un descanso en un local de hostelería. Premonitoriamente, uno de los soldados convenció al resto para que se cambiaran de mesa. Instantes después de haberlo hecho, la primera mesa que habían ocupado fue barrida por una ráfaga de subfusil. Muchos sustos, mucho miedo, pero el peor recuerdo que la mayoría de los soldados se traen de Irak es una imagen por televisión: la de unos iraquíes pisoteando los cuerpos sin vida de los siete miembros del Centro Nacional de Inteligencia embocados en Latifiya. «Aún no entiendo como se emitieron. Es algo repugnante y que no tiene valor noticioso», critican. «Eran nuestros amigos y a las televisiones no les importó». Sobre la muerte de Luis Puga. Sostienen que la culpa la tuvo el seguro del subfusil que utilizaron en Irak: «Era demasiado blando. El proyectil que acabó con Puga no fue el único que se perdió.

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