Diario de León

Trípoli ofrece su total cooperación tras décadas de aislamiento y dos ataques de los aliados

Libia abre una era de cooperación con Occidente y acepta desarmarse

Gadafi accede a destruir su arsenal y no fabricar armas de destrucción masiva

Gadafi, en una de sus últimas comparecencias

Gadafi, en una de sus últimas comparecencias

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Bárbara Celis D¿Amico - corresponsal | washington
León

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Libia ya no quiere estar en la lista negra de George W. Bush. Por eso anunció el viernes su compromiso de acabar con todos los programas de armas de destrucción masiva y ayer remataba la jugada haciendo pública su voluntad de firmar el Protocolo Adicional del Tratado de no Proliferación de Armas nucleares, un acuerdo que permite el acceso ilimitado y practicamente sin previo aviso de los inspectores de la OIEA a todas las instalaciones de tecnología atómica. Gadafi abrió ayer una nueva era de cooperación con Occidente tras décadas de un profundo enfrentamiento que le costaron dos guerras contra los aliados, el aislamiento total del país, sanciones económicas impuestas por la ONU y su inclusión en la lista de países que financian el terrorismo internacional. Pero ayer, el régimen de Trípoli dio un cambio de rumbo. El anuncio llegaba tras dos días de negociaciones en Viena entre una delegación libia y Mohammed El Baradei, director de la OIEA, quién aseguró que la proxima semana viajaría a Tripoli. «El objetivo de mi visita será comenzar un proceso profundo de verificación de las actividades nucleares presentes y pasadas de Libia. Definiremos los pasos a dar para eliminar todas las actividades relacionadas con el armamento» aseguró. Durante el encuentro en Viena, los responsables libios explicaron que su país llevaba diez años intentando desarrollar uranio enriquecido, aunque aún no lo había conseguido. Oriente Medio recibió con entusiasmo la noticia y varios países aprovecharon para sugerirle a Israel que hiciera lo mismo. Aunque Libia ya había firmado el Tratado de No Proliferación, acceder a la firma del Protocolo demuestra, según la prensa inglesa, que Gadafi tiene prisa por recuperar la credibilidad internacional, que había reconquistado a medias tras entregar a los sospechosos del caso Lockerbie a las autoridades internacionales hace ya cuatro años y tras reconocer hace tres meses su responsabilidad civil en aquellos atentados. No obstante, Libia había supeditado el pago de 10 millones de compensación a cada víctima del avión del Pan Am que fue destruido sobre Lockerbie en 1988 al levantamiento incondicional de las sanciones que pesaban contra ella desde 1992. «Es una elección sabia y acertada» dijo el viernes George W. Bush. La prioridad de Gadafi ahora es conseguir mejorar las condiciones de vida de los libios. Esta sería la principal razón por la que ha decidido someterse a la voluntad norteamericana. Los años de aislamiento han dañado la economía de un país que, dirigido desde hace treinta por un coronel que ha sido capaz de torear en todas las plazas políticas, ha tenido que rendirse a la presión interna, alentada incluso por su propio hijo.

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