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Washington se reserva el derecho a impedir el aterrizaje si se incumple la medida de seguridad

Bush exige policías armados en los aviones de aerolíneas extranjeras

Una avioneta se pasea por encima de Manhattan y da una vuelta sobre la Estatua de la Libertad

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Bárbara Celis D¿Amico - corresponsal | nueva york
León

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El miedo a que un avión protagonice un nuevo ataque contra Estados Unidos ha crecido de tal manera que ayer las autoridades norteamericanas anunciaron que obligarían a los aviones de pasajeros y de carga que atraviesan el espacio aéreo norteamericano o que se dirigen a sus aeropuertos a incluir en algunos vuelos agentes armados vestidos de paisano que puedan hacer frente en el aire a supuestos terroristas. Según Dennis Murphy, el portavoz del Departamento de Seguridad Nacional, las aerolíneas que incumplan con la medida, que se solicitará cuando «los servicios de espionaje lo consideren necesario», no podrán entrar en el espacio aéreo estadounidense. Los mejores aliados anglosajones de Estados Unidos -Gran Bretaña y Australia-, habían demostrado una vez más sus lealtad implantando la medida antes incluso de que Washington lo pidiese públicamente, pero en vista de que nadie más ha seguido su ejemplo, la administración de George W. Bush ha recurrido a las amenazas. Algunas aerolíneas norteamericanas hace meses que toman las mismas precauciones y también la suiza Lufthansa. Gran Bretaña anunció el domingo una medida similar. Washington dice reservarse el derecho a impedir el aterrizaje. Un suceso de ese calibre tendría graves costos para la aerolínea afectada, y le provocaría un gran daño de imagen entre los usuarios, por lo que lo más probable es que tanto las aerolíneas como los gobierno involucrados respeten la voluntad de Estados Unidos. Aterrizar con escolta Pero medidas tan extraordinarias contrastan con la facilidad con la que se puede crear un situación de peligro. Una pequeña avioneta se coló el domingo en el espacio aéreo restringido de uno de los aeropuertos de Nueva York, se paseó por encima de Manhattan disfrutando de las vistas ofrecidas por el soleado día y dio una vuelta sobre la Estatua de la Libertad. Pero su piloto, Richard Langone, se llevó un susto de muerte cuando volando hacia su Long Island de origen, un helicóptero de la policía de Nueva York del que asomaba una intimidadora metralleta le escoltó y le obligó a aterrizar pidiéndole explicaciones. Estados Unidos vive desde hace una semana en estado de alerta naranja. Y la ciudad de Nueva York mantiene constante esa alerta desde el 11-S. Tras los atentados, se prohibió el vuelo de aviones privados sobre la ciudad, pero aquella restricción fue levantada un año después. Sin embargo, tras el incidente protagonizado por Langone, la Federal Aviation Administration y el Departamento de Seguridad Nacional se cuestionaban ayer si la seguridad aérea en Nueva York era suficiente y si casos como el ocurrido el domingo no podrían desembocar en una nueva catástrofe terrorista. Desde que Langone fue localizado por la torre de control del aeropuerto de La Guardia, su avioneta tuvo tiempo de pasearse sobre Manhattan y de visitar la Estatua de la Libertad. «A lo mejor en este contexto habría que replantearse la posibilidad de prohibir volar cerca de zonas turísticas» afirmaba ayer un comisario de policía.

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