Bush reparte papeles
Para algunos se trata de una amnistía a los inmigrantes, para otros simplemente una fórmula para ganar votos. Pero sin duda, lo que el presidente George W. Bush anunció ayer hará correr ríos de tinta. «Este sistema no funciona. Nuestra política de inmigración tiene que servir a la economía y además reflejar el sueño americano» aseguró ayer Bush al anunciar una ambiciosa propuesta para legalizar a los trabajadores sin papeles, que se calcula superan los 8 millones. Un nuevo programa de inmigración permitirá que quienes trabajan de forma ilegal en los Estados Unidos puedan adquirir un estatus legal y quienes quieran ir a trabajar a ese país puedan hacerlo siempre y cuando las empresas demuestren que no hay norteamericanos dispuestos a realizar esas tareas. Sin embargo, la medida no garantizará que el trabajador se pueda quedar indefinidamente en el país ya que tendrá un período de estancia limitado a tres años con posibilidad de una renovación. Bush aseguró que no busca una amnistía y por lo tanto sólo quién pueda demostrar que tiene trabajo podrá acogerse al nuevo programa. La propuesta necesita ahora que el Congreso la desarrolle y convierta en ley, una batalla que parece difícil de ganar ya que los republicanos no la apoyan. No obstante, podría ayudar a Bush a ganar el voto latino, que será clave en las próximas elecciones. Se calcula que en Estados Unidos viven unos 12 millones de inmigrantes ilegales, la mayoría de ellos procedentes de México. Con el plan propuesto, los inmigrantes que se encuentran en el país de forma ilegal podrán quedarse en Estados Unidos de forma temporal siempre y cuando estén ejerciendo trabajos que no quieren los trabajadores estadounidenses. Para inscribirse en el programa, los trabajadores tendrán que pagar una cuota y demostrar que tienen un empleo estable. A cambio, se les garantizará la estancia hasta que termine el trabajo o por un máximo de tres años. Entre medias, tendrán derecho a entrar y salir del país, algo que no podían hacer como ilegales. Con este programa, Bush ha tratado de contentar a ambos bandos del espectro político: a la población hispana al dar una poco más de flexibilidad a los ilegales, y al segmento más conservador, que considera injusto garantizar la residencia permanente a personas que han entrado al país de forma ilegal.