OPINIÓN
Inconvenientes de la democracia
EL TEXTO de la pancarta central de la manifestación chií de ayer en Bagdad no era muy discutible: «Democracia son elecciones», decía. Washington ha presentado a fin de cuentas su invasión de Irak como una cruzada democrática, pero se acerca al año del ataque, el 20 de marzo, sin organizar una sola elección en el país. Es más bien poco tiempo, criterio con el que está de acuerdo hasta el propio Kofi Annan, el secretario general de la ONU, ahora cortejado intensamente por los Estados Unidos para incorporar a la organización al plan elaborado el quince de noviembre (en el que no había ni una mención de Naciones Unidas). Pero, como han matizado sus portavoces, esa opinión es de naturaleza técnica, compatible con un fondo de críticas a una ocupación que debe concluir cuanto antes. La situación es paradójica porque nadie tiene más interés en salir del Irak que el comandante en jefe de las fuerzas armadas norteamericanas, George Bush, quien necesita un horizonte despejado para garantizarse la reelección, comprometida por una guerra que ha costado ya la vida a 501 soldados y llevado el déficit presupuestario a cifras insostenibles. Kofi Annan recibió ayer a Paul Bremer y su séquito. Todos pidieron tiempo y la bendición onusiana para el plan anglo-americano y sus calendarios y, lo que es la novedad, una eventual mediación oficiosa entre la Coalición ocupante y el guía de la comunidad chií, el gran ayatollah Alí al-Husseini al-Sistani. Esta curiosa pugna entre la Ocupación y el líder indiscutible de la mayoría social iraquí es una completa clarificación del cuadro y ha convertido el plan norteamericano en rehén de un solo hombre y su autoridad moral, como reconocen estupefactos algunos preclaros medios norteamericanos. He ahí el clásico problema que no se resuelve con tecnología punta ni carros blindados: con Alí Sistani, lisonjeado a fondo por Bremer antes de su viaje a Washington, hay que negociar ¿Lo hará Lajdar Brahimi por cuenta de Annan? El embajador especial de la ONU en Afganistán dejó su misión en Kabul la semana pasada y Annan lo retiene como un consejero particular que podría ser nombrado su enviado especial en Bagdad con el encargo de contentar a Sistani y salvar el plan del 15 de noviembre.