El «partido de plástico» de Berlusconi cumple diez años
El 26 de enero de 1994 Silvio Berlusconi envió una cinta de vídeo a todas las cadenas italianas en la que, sentado en su estudio, anunciaba que se veía «obligado» por las circunstancias a «bajar a la arena». Acababa de crear ante notario un partido, Forza Italia. Un mes después, se presentó públicamente en un mitin multitudinario en Roma. Como un curtido showman , arengó a las masas y al grito de «¡cantemos juntos!» les hizo entonar el himno del partido siguiendo la letra en una pantalla gigante. Acababa de inventarse el karaoke político. Un mes más tarde ganaba las elecciones. Ayer, diez años después pero con la misma cara gracias a su último y famoso lifting , calcó el mismo acto en la conmemoración de los 10 años de Forza Italia. El mensaje sigue siendo idéntico al de aquel vídeo de hace una década: «¡Los comunistas quieren conquistar el poder -insistió ayer- no con las elecciones, sino por la eliminación del adversario por vía judicial, una costumbre malsana que está en su ADN!». Berlusconi habló durante dos horas de «la salvación de Italia» en un escenario diseñado por su director artístico de confianza, desde los tiempos en que le hacía los decorados del programa de Rafaella Carrá. Pero Il Cavaliere , sobre fondo azul, basó la mayor parte de su discurso en la amenaza «roja», hasta el punto de ser indulgente con Mussolini. «El fascismo fue menos odioso que esta burocracia de las togas», aseguró en su convicción de que sus procesos judiciales obedecen a una conspiración de la izquierda. El victimismo, la simplificación del mensaje, el lenguaje publicitario, siguen siendo pilares centrales de la estrategia política de Forza Italia, cuya ideología ya era una casilla vacía en el momento de su nacimiento. El «partido de plástico» le llamaron sus rivales, que subestimaron con suficiencia al recién llegado. La caída de la Democracia Cristiana y el Partido Socialista, barridos por los escándalos de corrupción destapados en la operación Manos Limpias, dejó en 1993 un gigantesco vacío en el espectro político, sobre todo en el centro-derecha. Lo ocupó Berlusconi, que, paradojas, ha logrado el Gobierno más estable de la historia de Italia.