Diario de León

El Kremlim achaca a los rebeldes chechenos un atentado esperado desde hacía tiempo

La policía toma Moscú con detectores de metales, perros y máscaras anti gas

Alerta antiterrorista y confusión sobre el número real de víctimas tras el ataque en el metro

Soldados rusos entran en el metro de Moscú

Soldados rusos entran en el metro de Moscú

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Sergio Imbert - moscú
León

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La capital rusa despertó ayer con la resaca del terrible atentado cometido la víspera en el metro y con una gran confusión sobre el número de víctimas mortales, que según algunas fuentes puede triplicar las cifras oficiales. La policía y los servicios secretos reforzaron la vigilancia de los edificios administrativos y lugares públicos más concurridos y los controles en las carreteras que conducen a la capital, en los aeropuertos, estaciones ferroviarias y líneas del metropolitano. Patrullas policiales en las calles, agentes con detectores de metales y perros adiestrados en las entradas del metro y soldados de las tropas del Interior con máscaras de gas en las estaciones y trenes mostraban en qué medida ha cundido la alerta en Moscú. La policía informó inicialmente de un primer detenido -aunque poco después fue puesto en libertad- por parecerse al retrato robot de un hombre de aspecto caucasiano buscado como posible responsable del atentado después de que poco antes de la explosión dijera a la cajera del metro: «Hoy vais a tener fiesta». Culpables y cabezas de turco El alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, declaró el lunes un día de duelo por las víctimas mientras centenares de moscovitas acudían a centros médicos para donar sangre y muchos otros llenaban de flores los andenes de la estación Avtozavódskaya, cerca de la que sucedió la tragedia. Un comunicado oficial indicó que el atentado en el metro causó 39 muertos y 134 heridos. Sin embargo, el diario Kommersant afirmó que el número real de las víctimas mortales podría alcanzar los 120 fallecidos. «Hay unos 60 cadáveres completos y otros tantos destrozados», dijo a Kommersant un médico que participó en la recogida de restos humanos en el túnel donde ocurrió la explosión cuando el tren apenas se había alejado varios centenares de metros de la estación. El atentado con explosivos, de una potencia equivalente a cinco kilos de trilita y cometido en una hora punta de la mañana en un vagón del metro repleto de pasajeros, fue atribuido a radicales islámicos chechenos, que se han responsabilizado de otros ataques terroristas cometidos en los últimos tiempos en la capital rusa. La versión que investigan las fuerzas de seguridad apunta a que el ataque fue perpetrado por un terrorista suicida, aunque tampoco descartan que los extremistas hayan abandonado en el vagón una bolsa o maletín con los explosivos, activados a distancia o bien programados para estallar. En medio del nerviosismo general y el comienzo de la búsqueda de cabezas de turco entre las fuerzas del orden, un oficial anónimo del ministerio del Interior acusó al Servicio Federal de Seguridad (FSB, ex KGB) de ocultar datos que podrían haber ayudado a prevenir el atentado del metro, esperado en Moscú desde hace tiempo.

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