Diario de León
Publicado por
ENRIQUE VÁZQUEZ
León

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EL TRIBUNAL Internacional de Justicia es una instancia de la ONU, organización que a Israel le gusta poco aunque debe su existencia legal a una resolución suya en 1948. Y menos aún que su instancia judicial, el Tribunal Internacional de Justicia, con sede en La Haya, se ocupe de sus asuntos. Una línea invariable de la política y la diplomacia israelí es la de evitar toda internacionalización del conflicto con los palestinos y, por tanto, el mantenimiento de la interminable crisis como un coto cerrado para la influencia y la decisión de los Estados Unidos pero Washington no pudo evitar que ayer empezaran las audiencias sobre el muro (valla, en la jerga oficial israelí) en construcción en Cisjordania. La razón es que si Washington puede vetar, y veta sin parar, toda resolución que el Consejo de Seguridad pueda emitir sobre Israel si no es de su gusto, no tiene tal derecho en la Asamblea General y fue tal Asamblea la que pidió la opinión del TIJ sobre las consecuencias legales de la construcción de la barrera para el pueblo palestino. Israel sostiene que se trata de una medida defensiva, sólo pensada para evitar la infiltración de terroristas y reversible en su día. Los palestinos no lo creen, sospechan que Israel prefigura la frontera final en caso de acuerdo sobre la fórmula de dos Estados y dicen que Israel puede construirlo, si es de su gusto, pero sobre la línea verde, el límite de 1967, cuando Israel conquistó Cisjordania y Gaza. No es fácil predecir qué estatuirá el Tribunal en su día, pero en términos políticos, ambientales y psicológicos, Israel ha perdido ya: las tres ONG más grandes y prestigiosas del mundo, Cruz Roja, Amnesty International y Human Rights Watch han emitido informes inequívocos al respecto: el muro es jurídicamente ilegal y moralmente inicuo, pues agrava la situación de los palestinos, les expropia tierras, los fragmenta, los aleja de servicios y trabajos y hace aún más inviable el Estado. Los palestinos salieron ayer masivamente a la calle para hacerse oir y el presidente Arafat resumió la impresión general con esta fórmula: muro y paz son incompatibles. Y la verdad es que lo son.

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