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El empuje de Europa, que se acerca dos centímetros al año a África, provoca un temblor de 6,3º

Un intenso terremoto destroza las aldeas más pobres del norte de Marruecos

Las víctimas del seísmo vivían en aldeas cercanas a Alhucemas en casas hechas de adobe

Vecinos de Ait Kamra envuelven en sábanas a varios niños que murieron por el terremoto

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Paco Soto - rabat
León

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Un violento terremoto de una magnitud de 6,3 grados en la escala de Richter golpeó ayer de madrugada la provincia de Alhucemas, en el noreste de Marruecos, y causó al menos 229 muertos y un centenar de heridos, así como cuantiosos daños materiales. Las víctimas del seísmo vivían en poblaciones y aldeas rurales cercanas a la ciudad de Alhucemas, muchas de ellas hechas de adobe. Algunas, como Aït Kamara, han quedado totalmente destruidas mientras que otras, como Im-Zurem, una población de 30.000 habitantes a 12 kilómetros al sur de Alhucemas, se han visto muy afectadas. El seísmo golpeó con dureza Imrabten, Beni Abdallah y Aït Youssef Ouali. En esta zona montañosa del Rif Oriental viven unas 300.000 personas, de lengua y cultura mayoritariamente beréberes. En la capital, el terremoto no causó daños humanos. Unas 50 réplicas de poca intensidad se registraron por la mañana en la zona del siniestro, según las autoridades locales, que no descartan que se pueda producir un nuevo terremoto a corto plazo. Según el Observatorio de Ciencias de la Tierra de Estrasburgo, el epicentro del seísmo se localizó a unos 50 kilómetros al oeste de Melilla. Las autoridades marroquíes desplegaron importantes medios humanos y materiales para llevar a cabo las tareas de rescate. Por orden del rey Por instrucciones del rey Mohamed VI, efectivos de las Fuerzas Armadas Reales, la Gendarmería Real, Protección Civil y otros cuerpos de seguridad, ayudados por helicópteros, se desplazaron a la zona con el fin de ayudar a la población afectada. Los hospitales de Alhucemas recibieron a numerosos heridos y las sirenas de las ambulancias y de los coches policiales no dejaron de sonar. También se habilitaron algunos edificios públicos como un cuartel militar y un centro de beneficencia, para atender a los heridos, según informó Mohamed Boudra, presidente del consejo municipal de la ciudad y médico de profesión. En algunas poblaciones, como en Im-Zurem, algunos ciudadanos, como Mohamed Azerkam, se quejaron a los medios de comunicación de la lentitud de las tareas de rescate y afirmaron que «durante horas, los ciudadanos no recibieron ayuda de ningún tipo y tuvieron que ayudar a los heridos, recoger cadáveres y quitar escombros con sus propias manos». La región del Rif, una de las zonas más pobres de Marruecos, sufrió un grave terremoto de 5,7 grados en la escala de Richter en 1994. Desde 1990, se han registrado cientos de seísmos en el norte de Marruecos, causados por el acercamiento geológico de los continentes europeo y africano, estimado en unos dos centímetros cada año.