La corrupción sale ganando

Las desgracias, a veces, llegan todas a la vez. La población de Alhucemas y de su provincia lleva varios días soportando la lluvia, el viento y las bajas temperaturas, la falta de comida, de mantas y de tiendas de campaña. Además, ve con desesperación y en ocasiones con ira como las autoridades tardan tiempo en distribuir las toneladas de ayuda humanitaria enviada por la comunidad internacional a los damnificados. En este contexto desesperante, en el cual las manifestaciones, enfrentamientos con la policía y asaltos de camiones cargados de víveres y productos de primera necesidad se han convertido en moneda corriente, algunas voces ya se han alzado para denunciar el desvío de una parte de la ayuda internacional. Así lo aseguró ayer un miembro de la ONG francesa Terre de Hommes. Esta organización, que lleva varios días trabajando sobre el terreno, aseguró que ha constatado la «venta ilegal» de tiendas de campaña y otras mercancías por parte de «individuos mafiosos que vienen de fuera y se pasean por Alhucemas y otras poblaciones sin que las autoridades actúen contra ellos». Según Terre des Hommes, «estos mafiosos están robando la ayuda humanitaria y nadie hace nada para detenerlos». Mohamed Sadani, médico radiólogo de la ciudad de Nador, abunda en la misma línea y explica que dispone de varios testimonios, «de absoluta confianza, que hablan de robos» en los almacenes o camiones donde están depositadas las mercancías de la ayuda humanitaria. Sin circuitos oficiales Debido a esta situación y a la incompetencia demostrada por las autoridades para distribuir la ayuda, algunas ONG han decidido obviar a los circuitos oficiales para ayudar a la población y se han desplazado con sus propios medios a los pueblos y aldeas más aislados para paliar las necesidades más urgentes de los damnificados, señala Sadani. Es el caso, por ejemplo, de los catalanes de Acció Solidaria Francesc de Dalmases y Lluís Lega. Otra ONG, Red de las Dos Orillas-Asociaciones del Norte de Marruecos y de Andalucía, denunció que «las redes mafiosas están trasladando la ayuda exterior a las ciudades de Rabat y Casablanca», para vender productos y mercancías en el mercado negro. Estas ONG critican «la desidia y el abandono, por parte de las autoridades marroquíes, para con la región del Rif y, más en concreto, para con la provincia de Alhucemas», que vive una situación de «46 años de olvido» y recibe «un trato vejatorio» de «una administración corrupta y una monarquía teocrática». Las ONG denuncian a las autoridades por su «falta de celeridad para controlar el caos reinante en Alhucemas». Mohamed Balga, miembro de la asociación Pateras de la Vida, no se extraña de lo que está ocurriendo, porque «Marruecos es un país donde la corrupción del poder es una seña de identidad».