Cerrar

| Reportaje | El crudo |

Oleoductos, la batalla más dura

Los ataques a los oleoductos han desencadenado una guerra entre Estados Unidos y la resistencia iraquí que Washington tiene que ganar como sea. Se juega la posguerra

Publicado por
David Beriaín - redacción
León

Creado:

Actualizado:

El 10 de abril del año pasado media docena de tanques Abrams norteamericanos flanqueaban la carretera de entrada a Kirkuk. La ciudad acaba de caer. «Van a entrar, ya lo verás, por todo el centro. No van a dejar que los peshmergas (los guerrilleros kurdos) tomen la ciu-dad. Turquía entraría en la guerra», comentó Rebin, un kurdo de Erbil. Se equivocaba, los tanques no estaban allí para eso. Aseguraban, junto a unas decenas de miembros de las fuerzas especiales, los pozos petróliferos de la zona, que albergan el 6,4% de las reservas mundiales de crudo. La reacción de Turquía o la posible internacionalización de la guerra pasaban a un plano secunadario. Los pozos petrolíferos de Kirkuk, sin embargo, no han dado a Estados Unidos todas las alegrías que ellos auguraban. Los más de 100 ataques sufridos por las instalaciones (una media de 1,5 por semana en estos doce meses de ocupación) han dañado seriamente su capacidad para bombear crudo. La resistencia iraquí fue desde el primer momento consciente de que el «oro negro» era vital para sufragar los esfuerzos de reconstrucción de Washington, y no estaba dispuesto a ponerle las cosas fáciles. El oleoducto que traslada el crudo de Kirkuk al puerto turco de Ceyhan ha sido blanco de todo tipo de ataques con explosivos de fabricacion casera. Los yacimientos de Kirkuk tienen además otro problema. Están situados en una de las áreas potencialmente más conflictivas de Irak. Se la disputan los kurdos, los árabes y los turcos. Estados Unidos no ha escatimado medios para asegurar su nuevo tesoro. Ha contratado más de 10.000 mercenarios para vigilar este oleoducto. Junto a ellos, el Pentágono ha activado a unos 5.000 efectivos de las fuerzas especiales y de algunos de los cuerpos más expeditivos de su Ejército para colaborar en esta tarea. Como la Tiger Force, una unidad que se hizo famosa en Vietnam por su crueldad. Les llamaban los «cortadores de orejas», porque mutilaban a sus víctimas y se hacían collares con ellas. Según el periódico británico The Guardian, esta unidad ya ha hecho de las suyas en el oleoducto de Kirkuk. «Los francotiradores sobrevolaron los oleoductos en helicópteros Black Hawk y dispararon contra sospechosos de sabotaje», escribió el experto en asuntos estratégicos Michael Klare. Los disparos se hicieron sin confirmar la identidad de los presuntos sospechosos o que estuvieran cometiendo actos hostiles.

Cargando contenidos...