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Un ejército de 15.000 soldados de élite y mercenarios protege los pozos mientras el país se sume en el caos

Bush ha extraído petróleo iraquí tras la guerra por 6.400 millones de dólares

Los ingresos del crudo no alcancan para pagar la ocupación y la reconstrucción Reporta

Publicado por
D. Beriaín - redacción
León

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Paul Wolfowtiz, el segundo del Pentágono, el halcón y profeta de la invasión de Irak, presentó su ecuación económica mucho antes dze que los soldados norteamericanos pusieran sus pies en el desierto: «Irak no es Afganistán. En un año se podría duplicar la producción de petróleo. Con eso se pagarían los gastos de la reconstrucción». Doce meses después de la caída del régimen de Sadam no salen las cuentas. La producción de crudo se sitúa ahora mismo en 1,5 millones de barriles diarios, frente a los 2,5 de antes de la guerra. Los ingresos no dan para pagar los gastos de la ocupación y la reconstrucción de Irak. Esto ya quedó claro tras ape-nas seis meses de posguerra. Lo que a estas alturas de la ocupación resulta llamativo es que Irak, sumido como está en el más absoluto caos, todavía se mantenga entre los primeros productores de petróleo mundiales. Entre los de la OPEP ocuparía estaría ahora entre el quinto y sexto puesto. Eso, a pesar de que oleoductos (alguno de ellos suicida) clave como el de Kirkuk han sufrido a lo largo del año más de 100 ataques de la resistencia y a pesar de que algunos de los pozos fueron incendiados durante la guerra. De hecho durante este año ha conseguido realizar exportaciones por casi 6.400 millones de dólares, que engrosarán los fondos para la reconstrucción. Para ello se han tenido que realizar multitud de reparaciones e incluso poner en funcionamiento pozos de petróleo que no funcionaban desde la guerra de 1991. El esfuerzo de seguridad Estados Unidos está realizando un esfuerzo titánico para continuar con la producción. Primero en términos de seguridad. Uno de cada diez militares destinados en Irak (15.000 de 150.000, contando los de todos los países presentes) está destinado a vigilar instalaciones petrolíferas. Esta situación se ha mantenido durante estos días, a pesar de que la coalición ha perdido el control de muchas ciudades del país y de que en algunas de ellas se pidieron refuerzos. Diez mil de esos 15.000 hombres son mercenarios. Forman el segundo contingente más numeroso desplegado en Irak tras el norteamericano, por delante incluso de las tropas enviadas por el Gobierno británico. Empresas como Blackwater, para la que trabajaban los cuatro estadounidenses que fueron linchados en Faluya, Global Risk Strategies o la británica Armour Group (que emplea sobre todo a gurkas nepalíes) están haciendo su agosto en la posguerra iraquí. Según han publicado varios medios internacionales, sobre algunos de estos mercenarios caen acusaciones de violación de derechos humanos.

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