Diario de León

El presidente se niega a admitir que se hubiera equivocado al calcular la amenaza de las armas de destrucción masiva

Bush recurrirá a la ONU para lograr que más países envíen tropas a Irak

El mandatario estadounidense dice que le revuelve las tripas ver muertos en televisión

El marine John Hood, en la ciudad de Faluya, observa a través de una mira telescópica

El marine John Hood, en la ciudad de Faluya, observa a través de una mira telescópica

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Mercedes Gallego - nueva york
León

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La ONU tuvo en su discurso un papel meramente figurativo. Bush mencionó que hay dos enviados de este organismo en Irak que ayudan a planificar las elecciones y a encontrar una fórmula para transferir el Gobierno. Bush rechaza que sea su país un nuevo Vietnam. También confia en que la ONU apruebe una nueva resolución que anime a más países a participar en la estabilización iraquí, además de recalcar el importante papel que la organización internacional tendrá en la celebración de elecciones en ese país árabe. «Terminaremos el trabajo de los caídos. (...) Si se necesitan más tropas, las mandaré. Si se necesitan más recursos, los proveeré», prometió el martes el presidente George W. Bush. «Hemos fijado la fecha del 30 de junio y es importante que se cumpla». Eso que sus partidarios califican de fortaleza de carácter y sus detractores de cabezonería fue el principal mensaje que Bush lanzó en los 60 minutos contados que la Casa Blanca pidió a las cadenas de televisión en franja de máxima audiencia. Bush admitió que corren tiempos «muy duros» para las tropas, prueba de que EE.UU. está ganando la partida. «Un enemigo desesperado es también un enemigo peligroso, y nuestro trabajo se hará más difícil antes de que se termine», predijo. Lo que no le gusta son las imágenes de muertos en televisión, que, dijo con disgusto, «me retuercen las tripas». El mandatario está convencido de que su mensaje, que será «tan claro como pueda», inclinará la balanza electoral a su favor, pero la rueda de prensa del martes ha demostrado que su luna de miel con la prensa ha llegado a su fin. A Bush se le pidió, por ejemplo, que explicase «por qué se había equivocado tanto» después de prometer hace un año que «las tropas de EE.UU. serían acogidas en Irak como libertadores con dulces y flores, los ingresos del petróleo iraquí pagarían por la mayor parte de la reconstrucción, y en Irak no sólo había armas de destrucción masiva, sino que sabían donde estaban». Los iraquíes, felices Las preguntas de esa dureza rebotaron en el mandatario que, como anotaba el diario The Weekly Standard , «no importa lo que se le preguntase porque su respuesta era invariablemente la misma». Para el presidente, los iraquíes «están felices de que les hayamos liberado de Sadam Huseín», y en cuanto se les transfiera la soberanía se convertirán en un país «libre, pacífico y democrático» que dará ejemplo al resto de sus vecinos y servirá para implantar otros regímenes «consistentes con nuestras ideas». Afirmaciones como esas exigían una pregunta de cajón: «¿A quién transferirá el Gobierno iraquí el 30 de junio?», pero los detalles no son su fuerte. «Lo averiguaremos pronto», atajó. El Gobierno estadounidense ya tiene decidido cuál será el calendario del nuevo Gobierno. «Tendrán elecciones para elegir una Asamblea Nacional no más tarde de enero próximo», relató. «Esa asamblea elaborará el borrador de una Constitución nueva y permanente que se presentará a referéndum en octubre del año próximo. Los iraquíes elegirán entonces un Gobierno permanente para el 15 de diciembre del 2005 y con ello se completará la transición en Irak de una dictadura a la libertad». El sueño de Bush pasa por que el mundo «aprenda que cuando digo algo lo cumplo», amenazó. La posibilidad de que pueda fallar este plan, que según él traerá la paz a todo Oriente Próximo, «tendría consecuencias impensables».

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