Bremer criticó a la Casa Blanca en el 2001 por no prestar atención a la amenaza terrorista
Bush autorizó el 11-S el derribo de un avión procedente de España
El presidente alega que las advertencias sobre atentados no se referían a EE.UU.
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, firmó de su puño y letra una autorización para derribar un avión que se dirigía a Estados Unidos procedente de Madrid el fatídico 11 de septiembre del 2001. La noticia fue dada a conocer por el propio Bush el pasado jueves ante la Comisión del 11-S, como ejemplo del «caos» vivido en la Administración estadounidense en las horas posteriores a los atentados de Nueva York y Washington. Aquella mañana del 11 de sep-tiembre, declaró el presidente norteamericano a la comisión, se vivieron «momentos de tensión y confusión». En un momento, relató Bush, los oficiales del Ejército reunidos en la Casa Blanca le mostraron por vía telefónica su preocupación por el comportamiento de un vuelo procedente de España -el espacio aéreo estadounidense estaba cerrado desde la colisión del tercer avión contra la sede del Pentágono y los vuelos regresaban hacia sus países de origen- y le solicitaron un permiso para disparar contra el mismo en caso de necesidad. Su primera orden nada más llegar al cuartel de Omaha, en el que se recluyó Bush con sus asesores tras los atentados, fue por escrito y para autorizar el derribo. El mandato jamás se llegó a ejecutar, puesto que finalmente el avión español regresó a Madrid. La noticia fue desvelada por la cadena de televisión NBC News en el último informativo del jueves y recogida ayer por los principales medios. Su presentador, David Gregory, dio los pocos detalles que han trascendido de la declaración de George W. Bush y Dick Cheney ante la Comisión del 11-S, que fue a puerta cerrada, sin la posibilidad de tomar ningún registro sonoro ni escrito de la misma. El contenido de la comparecencia conjunta ante la comisión del 11-S del presidente George W. Bush y del vicepresidente Dick Cheney apenas trascendió a la prensa aunque sí se conocieron algunos detalles, como la reiteración hecha en diversas ocasiones por la Casa Blanca de que los informes de la inteligencia que recibieron durante los meses previos a los ataques les alertaban principalmente del riesgo de acciones terroristas en el extranjero, no en suelo norteamericano. Esta afirmación contrasta con los múltiples testimonios que han desfilado ante la comisión, frente a la que tanto el director de la CIA, George Tenet, como el del FBI, John Muller, y el gran enemigo de Bush, su ex asesor de terrorismo Richard Clarke, aseguraron haber advertido al presidente de la inminencia de un ataque contra Estados Unidos. A ellos se unió ayer la voz del actual gobernador de Irak, Paul Bremer, que presidió una comisión antiterrorista durante la Administración Clinton y que en febrero de 2001 declaró durante una conferencia que la amenaza terrorista «se ha incrementado y la actual Administración no parece estarle prestando demasiada atención». Esos testimonios están avalados por informes como el del 6 de agosto --titulado precisamente «Osama Bin Laden, dispuesto a atacar EE.UU.»- pero según Bush, aquel documento sólo contenía información histórica.