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La aprobación de la nueva Constitución se convierte ahora en el principal desafío de la Comunidad de los 25 miembros

La Unión Europea se fortalece con el histórico ingreso de diez nuevos países

Irlanda acoge hoy los actos para dar la bienvenida a los nuevos miembros Un giga

Celebración en Bruselas de la ampliación de la UE a 25 países

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Domingos Sampedro - corresponsal | bruselas
León

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La bandera azul con las estrellas doradas ondea ya con rango de oficialidad en Varsovia, Praga, Budapest, Bratislava, Tallín o Nicosia. La pasada medianoche, justo cuando el reloj marcaba las doce en Roma, la Unión Europea (UE) abría sus puertas a diez nuevos países, convirtiéndose así en la primera economía del mundo y en la tercera potencia demográfica, con 450 millones de habitantes, sólo superada por China e India. La Europa de los Veinticinco, no obstante, deberá dotarse de mayor cohesión interna y de unas instituciones más ágiles para convertirse también en un gigante político. La fecha del 1 de mayo, Fiesta del Trabajo en medio mundo, cobró en Europa un caríz especial. «Es el fin de un largo y difícil viaje», declaró ayer emocionado el primer ministro checo, Vladimir Spidla, aludiendo así a la caída definitiva del telón de acero que mantuvo a Europa dividida durante medio siglo. Ante la muchedumbre que lo escuchaba en Praga, Spidla confesó que estaba «impaciente por entrar en la UE, principalmente por la libertad que nos va a aportar». Libertad, pero también prosperidad. Estas son las cosas que desean encontrar en la UE países como República Checa, Eslovaquia, Polonia, Estonia, Letonia, Lituania, Hungría y Eslovenia, todos ellos procedentes de la antigua órbita comunista y que, junto a las islas mediterráneas de Malta y Chipre, dedicieron unir su destino al de la Europa refundada en 1957 con el Tratado de Roma. Aunque los actos simbólicos para celebrar la ampliación más grande de la historia comunitaria se sucedieron en varios países, es en Irlanda -país que detenta la presidencia de turno de la UE--donde tendrá lugar esta tarde la ceremonia oficial de bienvenida a los nuevos países, con la presencia de los 25 jefes de Estado y de Gobierno de Unión. Para líderes como el español José Luis Rodríguez Zapatero, ésta será su primera cumbre europea, y no falta quien asegura que el encuentro será aprovechado incluso para hablar entre bastidores sobre el proyecto de Constitución. El Phoenix Park de Dublin, que con sus 700 hectareas de superficie es uno de los más grandes de Europa, será el centro de operaciones. Por las inmediaciones de estas área fueron desplegados 5.000 policías para garantizar la seguridad, mientras 2.500 soldados se encargaban ayer de rastrear palmo a palmo la zona verde para asegurarse de que no hay enterradas minas antipersona. Pero aunque hoy es un día de fiesta para Europa, a partir de mañana la UE debe ponerse manos a la obra para superar su crisis existencial y responder a los desafíos que se le presentan tanto a nivel económico, como institucional y político. Para empezar, es cierto que la Unión será más grande y estará más poblada. Pero también será un club más empobrecido y aumentarán las desigualdades entre sus 188 regiones. Un habitante del gran Londres, de la región de Bruselas o de la Lombardía italiania tendrá una renta equivalente a la de siete polacos juntos.