Diario de León

Las luchas intestinas agravarán el conflicto en la república rebelde y complicarán su resolución

La desaparición de Kadírov trunca los planes que Putin tenía para Chechenia

Al presidente ruso le va a ser imposible encontrar otro hombre de peso en la zona, según los analistas

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R. M. Mañueco - moscú
León

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El viernes, en una ceremonia de exagerado boato, el presidente Vladímir Putin dijo, tras jurar el cargo para un segundo mandato, que el pueblo ruso ha vencido en Chechenia a las fuerzas que habían puesto en peligro la integridad territorial del país. Poco imaginaba el mandatario ruso que la realidad iba a reducir sus palabras a un alarde de triunfalismo vacío tan sólo una horas después. Y es que los idílicos planes que el Kremlin había diseñado para Chechenia han saltado hechos añicos junto con la bomba que ayer sembró la muerte en el estadio del Dinamo de Grozni. La estrategia de Putin se fundamentaba sobre la cohesión que Ahmad Kadírov estaba tejiendo en el seno de la sociedad chechena. En parte por el miedo pero también gracias a su carisma y prestigio personal. Aún estando al servicio de los intereses del Kremlin, Kadírov reunía cualidades muy diversas que le hacían popular ante una parte importante de la población chechena: fue muftí y empuñó las armas contra los rusos entre 1994 y 1996, los años en los que tuvo lugar la primera guerra. El recién fallecido líder checheno tuvo siempre una buena coartada ante su gente para justificar su posición sumisa a Moscú. «Éramos prácticamente independientes y fuimos nosotros quienes atacamos a los rusos», dijo en una ocasión refiriéndose a la incursión llevada a cabo contra Daguestán por Shamil Basáyev y Amir Hattab en 1999. Kadírov había logrado convencer a numerosos jefes militares separatistas de que depusieran las armas y, con su ejército personal, ejercía una presión insoportable sobre el cabecilla guerrillero, Aslán Masjádov, antiguo presidente checheno. Circulaban rumores de que Masjádov estaba considerando la posibilidad de negociar con Kadírov el final de la violencia. Todos los analistas coinciden ahora en señalar que a Putin le va a ser imposible encontrar en Chechenia a otro hombre del peso de Kadírov. En estas circunstancias, es previsible el comienzo de una cruel lucha por el poder para ocupar el puesto dejado por el antiguo clérigo musulmán. Ruslán Jasbulátov, académico checheno y antiguo presidente del Sóviet Supremo de Rusia, disuelto y bombardeado por Borís Yeltsin en 1993, cree que lo sucedido fortalecerá la posición de los más radicales, tanto en el seno de la guerrilla separatista como entre los militares rusos. Jasbulátov no descarta que hayan sido esos sectores, interesados, según él, en que continúe la guerra, los autores del atentado. «Éramos independientes y fuimos nosotros quienes atacamos a los rusos» AHMAD KADÍROV Presidente de Chechenia «Este atroz ataque expresa la necesidad de aumentar la coordinación internacional contra el terrorismo» COMISIÓN EUROPEA

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