| Perfil | Nick Berg |
Un aventurero sin miedo y con curiosidad
Experto en electrónica viajó a Irak en busca de oportunidades económicas. Se sentía inmune porque presumía de hacer amigos entre la gente local y por su experiencia de dos años en África
En West Chester se le recuerda como «un hombre renacentista». Harry Best, uno de sus maestros de la Henderson High School, definía así ayer en el diario Philadelphia Inquirer a Nick Berger, el joven decapitado en Irak por el grupo islamista que dirige Abu Musab al Zarqawi, uno de los socios de Osama Bin Laden que ha conseguido conmocionar a EE. UU. «Quería ayudar a la gente» y, pasa-se lo que pasase, «creía que podría manejar la situación», afirmó su padre, Michael, un profesor retirado que, al contrario que su hijo, se oponía a la guerra. «Eso era lo bueno y lo que le mató», añadió. Berg, que cumplió 26 años el 2 de abril, era una especie de aventurero y viajero con especial curiosidad por los países en situación de crisis. Presumía de hacer amigos entre los iraquíes y quedarse en pequeños hoteles para evitar las concentraciones de extranjeros. «Creo que lo que le causó problemas fue el no sentir miedo de vivir entre gente con la que muchos estadounidenses no estarían», dijo su madre Suzanne. Su procedencia judía no es citada por sus verdugos en el vídeo, quizás porque no lo sabían. Este ingeniero de telecomunica-ciones viajó por primera vez a Irak en diciembre buscando trabajo y se quedó un mes. En marzo regresó, pero al no conseguir ser contratado su familia le pidió que volviera a casa, pero él insistió en que había buenas oportunidades de negocio. El 24 de marzo, fue detenido por la policía iraquí y encarcelado, por motivos que no han sido plenamente esclarecidos Denuncia Al final fue liberado el 6 de abril después de que sus padres presentasen una denuncia ante un tribunal federal de Filadelfia por detención ilegal. El 9 de abril realizó la última llamada. Desde muy joven, la pasión de Nick era ayudar a la gente, como recordaba ayer Jim Wakefield, otro de sus profesores, y lo demostraba repitiendo el nombre del curso que Berg montó en su escuela para ali-mentar la curiosidad por las ciencias entre los niños: Bergología. Este joven, del que sus amigos dicen contaba chistes como nadie, había demostrado más de una vez su interés por contribuir con su co-nocimiento. Su curiosidad le llevó a estudiar en las universidades de Oklahoma, Drexell, Pennsylvania y Cornell, aunque nunca se graduó. Después viajó por dos veces a África. En Ghana, ayudó a construir un pu-blo enseñando a hacer ladrillos. De su trágica muerte la familia culpa en parte a las autoridades norteamericanas. Aunque fuera asesinado por un grupo islamista la familia sostiene que si no hubiera sido arrestado antes por los ocupantes, ahora no estaría muerto. «Si le hubieran puesto en libertad una semana antes todo hubiera sido diferente», decía ayer su padre.