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Arafat pide ayuda a la comunidad internacional ante la dura represión de los soldados

El ejército israelí intensifica los ataques y mata a doce palestinos

Los soldados se retiran de Zaitún tras serles entregados los restos de seis compañeros

Un médico transporta los restos de los soldados antes de ser devueltos a Israel

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C. Tristán - corresponsal | tel aviv
León

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El Gobierno israelí ha hecho oídos sordos al rechazo de una buena parte de su opinión pública sobre la presencia militar en Gaza, y en concreto a las acusaciones de un conocido actor, cuyo hijo murió el miércoles junto a otros cuatro soldados en Rafá, y que culpó al Likud de la tragedia. Prueba de ello es que los militares lanzaron ayer una dura represión en el campo de refugiados de esa localidad palestina situada junto a la frontera de Egipto. En la operación murieron al menos doce palestinos, y otros cuarenta resultaron heridos, dos de ellos en estado crítico, tras ser bombardeada en siete ocasiones desde la pasada madrugada. Además, la franja sigue estrictamente cerrada, e incluso se prohíbe la entrada o salida de periodistas. La ocupación militar de Rafá, en la que intervienen decenas de tanques y excavadoras, encontró una intensa resistencia armada de las milicias, que trataban de impedir que las tropas ocupasen varias viviendas, así como la búsqueda de los restos de los últimos cinco soldados israelíes muertos al explotar el vehículo en el que transportaban una tonelada de dinamita. En la ciudad de Gaza, el Ejército se retiró del barrio de Zeitún tras la devolución de los restos de los seis soldados asesinados el lunes, gracias a la mediación de Egipto y la Autoridad Palestina después de que Israel se comprometiera a entregar los cadáveres de 27 palestinos, según puntualizaron los mediadores. Un barrio arrrasado Zeitún presentaba un aspecto desolador. Antes de salir el Ejército destruyó completamente cuatro edificios de varias plantas, decenas de casas fueron demolidas parcial o totalmente por las excavadoras militares o por las bombas y misiles, centenares de olivos fueron arrancados, campos de cultivo fueron arrasados y numerosas infraestructuras fueron destruidas. La calle principal de Zeitún apareció inundada de excrementos después de que los militares reventaran en varios puntos el sistema de saneamiento. Las excavadoras habían levantado el pavimento en cientos de metros. Algunos vecinos tuvieron que salir de sus casas por las ventanas debido a los escombros que se apilaban en las puertas. Aunque Israel acostumbra a cebarse con las infraestructuras palestinas, un oficial del ejército negó que ese fuera su objetivo y echó la culpa a los milicianos palestinos. El presidente Yaser Arafat instó ayer a la comunidad internacional «a intervenir urgentemente para frenar los crímenes israelíes», mientras el primer ministro, Abu Alá, achacó la nueva espiral de violencia a la pasividad de la comunidad internacional. Desde Malasia, el Movimiento de los Países no Alineados pidió ayer la intervención de las Naciones Unidas en los territorios ocupados, porque «es la última esperanza del pueblo palestino». En Israel la radio y la televisión estuvieron debatiendo durante todo el día si es necesario o no abandonar la franja de Gaza.