La Casa Blanca argumentó que Bagdad ayudó a Al Qaida para convencer al mundo de la necesidad de invadir
La Comisión del 11-S no halla ninguna conexión entre Sadam y los atentados
Pakistán ayudó a los terroristas de Al Qaida a instalar un santuario en Afganistán. La red de
No había «evidencias creíbles de que Irak y Al Qaida cooperaran en los ataques contra Estados Unidos». Esta es una de las conclusiones preliminares de la Comisión del 11-S, que contradice abiertamente los argumentos defendidos por la Casa Blanca para invadir Irak. Aunque gran parte de la población mundial nunca se creyó las razones utilizadas por George W. Bush para atacar ese país, el 50% de los norteamericanos se convencieron de las relaciones entre Al Qaida y Sadam Huseín tras la intervención del secretario de Estado, Colin Powell, ante el Consejo de Seguridad de la ONU el pasado año, según demostraba una encuesta reali-zada entonces por la CNN. Powell ha tenido que reconocer que las pruebas que presentó ante la ONU sobre la supuesta tenencia de armas de destrucción masiva no eran consistentes, y ahora, la Comi-sión del 11-S le da una nueva patada a la Administración estadounidense afirmando que además no existen indicios de que Sadam Huseín participara en los ataques del 11-S, como defendió Powell y como hace una semana aún aseguraban tanto Bush como el vicepresidente Dick Cheney. «No hay evidencias convincentes de que ningún gobierno apoyara económicamente a Al Qaida antes del 11-S más allá del apoyo dado por los talibanes después de que Bin Laden llegara a Afganistán», reitera la Comisión. Según el informe, «Bin Laden exploró la posibilidad de colaborar con Irak a principios de los 90» mientras vivió en Sudán, aunque nunca le gustó el régimen secular impuesto por el dictador. Intentos «Un miembro de la inteligencia iraquí visitó tres veces Sudán en 1994 y finalmente se entrevistó con Osama Bin Laden» quien, según el informe, le habría pedido a Irak que cobijara sus campos de entrenamiento y sus armas. Irak nunca lo hizo, mientras que Pakistán, un régimen apoyado incondicionalmente por Estados Unidos, ayudó a Al Qaida a instalar su santuario en Afganistán. «La habilidad de los talibanes de proveer de un santuario a Bin Laden en medio de la presión internacional fue apo-yada significativamente por Pakistán», reza el documento de la Comisión, donde además se afirma que «Pakistán se benefició de la relación entre Al Qaida y los talibanes, ya que en los campos de Bin Laden también se entrenaban los paquistaníes en lucha con la India por la región de Cachemira» . Por si esto fuera poco, el informe de la Comisión asegura que «dos colaboradores cercanos a Bin Laden han negado recurrente-mente cualquier conexión entre Al Qaida e Irak». Los diez miembros que integran este panel bipartisano nombrado por Bush el pasado noviembre han sido particularmente duros con la inteligencia norteamericana, que, a juzgar por las filtraciones que están llegando a la prensa, será sin duda la gran perdedora del informe final que se entregará a la Casa Blanca a finales de julio. Ayer y hoy se celebraban en Washington las últimas dos sesiones públicas en las que nuevamente diversos miembros de la inteligencia iban a ser cuestionados respecto al 11-S, puesto que uno de los objetivos principales del grupo es elaborar recomendaciones para evitar que se produzca otro atentado similar. Pero nadie en Washington se atreve a decir que EE.UU., pese a dos guerras, restricción de los derechos civiles e inversiones multimillonarias en seguridad, es inmune al terrorismo. La propia Comisión, en otro informe hecho público ayer, advierte del peligro de nuevos atentados. Al Qaida, afirma el documento, ha cambiado drásticamente desde el 11-S «pero sigue estando extremadamente interesada en cometer ataques químicos y biológicos».