La Otan sólo se dedicará a coordinar la ayuda que cada socio decida enviar a Irak

Los 26 Jefes de Estado o de gobierno de la Alianza Atlántica, y los otros 19 de terceros países que se encuentran vinculados de una u otra manera a la organización (a través de los mecanismos múltiples de colaboración que esta ha ido poniendo en marcha a lo largo de estos últimos años), comenzaron a llegar ayer a Estambul, donde participarán en una cumbre que se ha marcado como objetivo restañar las heridas provocadas por la guerra de Irak entre los aliados y adaptar las estructuras de la organización a las nuevas amenazas que la acechan, el terrorismo en particular. George W. Bush aterrizó en Estambul a tres y cuarto de la tarde, procedente de Ankara, donde había mantenido contactos previos con el primer ministro, Recept Tayyip Erdogan. Ni uno ni otro pronunciaron declaraciones al término de la reunión. Las relaciones entre Washington y Ankara se han resentido estos últimos meses por la negativa del Parlamento turco de aceptar la apertura de un frente norte durante la guerra de ocupación de Irak. Mientras los Jefes de Estado o de Gobierno cumplían con las exigencias del protocolo, asistiendo a una recepción en el palacio Dalmabahce, los ministros de Defensa de la organización discutían la manera de atender las demandas de disponibilidad de recursos cursadas por la Alianza. Para nadie es un secreto que entre el apresto de medios de que la Otan disfrutaba en tiempos de la Guerra Fría, y los momentos actuales, en los que la organización es mucho más política y amplia, y no tiene tan localizados a sus enemigos, la disponibilidad real de los hombres y el material comprometidos media un abismo. Tal vez por eso, la Otan sólo coordinará las ayudas que cada socio decida enviar para la formación militar iraquí. No habrá pues un envío coordinado y será cada miembro de la Alianza el que decida si manda o no ayuda. Francia se opone a que la Otan «como tal» se implique en la formación del Ejército iraquí.