Su primera tarea es la formación de un equipo de 24 comisarios entre los que habrá, por lo menos, ocho mujeres
La Eurocámara acepta a Durao Barroso como nuevo presidente de la Comisión
El portugués José Manuel Durao Barroso, elegido ayer sucesor de Romano Prodi al frente de la Comisión Europea, tiene ante sí importantes retos durante sus cinco años de mandato, que comenzarán el próximo 1 de noviembre. Barroso ha prometido gobernar «para todos los partidos», independientemente de su ideología «de izquierdas o de derechas», unos términos que no comparte, ya que en su opinión es más importante «ser europeísta o no serlo», según declaró ayer. Nacido hace 48 años en Lisboa, Durao Barroso comenzó su carrera política después de la Revolución de los Claveles, el golpe militar que acabó con más de 40 años de dictadura en Portugal. Desde entonces ha ido ascendiendo paulatinamente en su carrera, desde diputado a secretario de Estado, ministro, primer ministro y ahora presidente de una Comisión que representa a 25 países, dentro de poco tiempo a 27. Para llegar a este puesto ayer logró un amplio respaldo del 58,1% del Parlamento Europeo (413 a favor, 251 en contra y 44 blancos), un voto que era vinculante, después de ser elegido candidato por la unanimidad de los gobiernos de la UE el pasado 29 de junio. Sin embargo el respaldo de la Cámara a Barroso estuvo muy por detrás del logrado por Romano Prodi hace cinco años (72%), pero por delante del anterior presidente de la Comisión, Jacques Santer, en 1994, cuando logró sólo el 49,9% de votos favorables. «Me siento como alguien que tiende puentes», afirmó Barroso ante el hemiciclo después de declararse «orgulloso de ser portugués». Retos a los que se enfrenta El primer reto al que se enfrenta ahora es ponerse a trabajar «a partir de hoy» para componer su equipo de 24 comisarios. Barroso, pidió ayer a los Estados miembros que le ofrezcan 24 «supercomisarios», de los que al menos ocho sean mujeres, con el fin de que pueda presentar el próximo 23 de agosto a su equipo y el reparto de carteras. Aunque aseguró no tener ultimada todavía la formación del colegio de Comisarios, que entra en funciones el 1 de noviembre próximo, insistió en que no quiere comisarios de primera y de segunda porque ello perjudicaría «no sólo a la colegialidad, si no también al espíritu de equipo». Si alguno de los elegidos tendrá una función de coordinación, «no lo puedo decir, pero si la hay de ninguna manera significará una estratificación», manifestó en rueda de prensa tras conocerse su elección. Para la distribución de las carteras recalcó que no admitirá presiones de los Gobiernos, de tal forma que se puedan crear «supercomisarios» procedentes de los países grandes, que pongan en desventaja a los miembros de los países menos poblados. «Las carteras de los comisarios no se distribuirán de acuerdo a la nacionalidad si no a su competencia». Este equipo, que se presentará en la semana del 23 de agosto, deberá ser ratificado dos meses después por el Parlamento, antes de iniciar su mandato. En el habrá un comisario encargado de las Relaciones Exteriores, a la espera de la entrada en vigor de la Constitución, que establece que ese puesto se transformará en «ministro» de Exteriores de la UE, un cargo que será ocupado por el español Javier Solana. Otra tarea importante de Durao Barroso será lograr el máximo apoyo posible de los ciudadanos a la Constitución europea, que debe ratificarse en los Veinticinco antes del 1 de noviembre del 2006. En el ámbito económico, el futuro Ejecutivo comunitario deberá empeñarse en sacar adelante el nuevo marco financiero de la Unión (2007-2013) y suavizar las diferencias que enfrentan a los contribuyentes netos con los países receptores, como España, muy sensibles ante la pérdida de ayudas de Bruselas. También tendrá que intensificar y aclarar las relaciones de la UE con sus nuevos vecinos (Rusia, Ucrania, los Balcanes), con los países del sur del Mediterráneo y Oriente Medio, así como su posición ante las relaciones con EE.UU.