Teresa Heinz pasa con nota el examen de aspirante a primera dama de EE.UU.

Teresa Heinz, la esposa del candidato demócrata a la presidencia John Kerry, consiguió el martes cautivar a una audiencia que esperaba ansiosa la puesta de largo de la aspirante a primera dama durante la Convención Demócrata que esta semana se celebra en Boston. El listón era lo suficientemente alto como para asustar a cualquiera: un día antes Bill y Hillary Clinton, además del exvicepresidente Al Gore y el expresidente Jimmy Carter habían abierto el encuentro del partido con exaltados discursos cargados de energía y frases brillantes. Pero Teresa, la reina del imperio del ketchup Heinz, supo recoger el testigo dejado por la última primera dama demócrata y demostró que tiene suficiente carácter y cerebro como para no tener miedo de nadie. Y mucho menos de los conservadores que la han acusado de ser excesivamente «opinionated» (alguien que siempre quiere tener la última palabra). A ellos se dirigió durante un mitín en el que además de defender los derechos de los inmigrantes y exaltar los valores de la democracia frente a los intentos conservadores de limitarla, proclamó el derecho de las mujeres a expresar su opinión. «Mi única esperanza es que un día, pronto, las mujeres, que se han ganado el derecho a tener una opinión, en vez de ser tachadas de testarudas, sean llamadas inteligentes o bien informadas, así como lo son los hombres», dijo ante un auditorio en el que no cabía un alfiler y en el que las pancartas de «Teresa, te queremos» lo llenaban todo. Ellos la quieren El único incidente de la magnífica velada ocurrió cuando entre el público se coló una mujer que desplegó un letrero contra la guerra de Irak y en pleno discurso de Heinz comenzó a gritar contra los demócratas y su posición frente a la guerra. Sin duda su presencia provocó poco después una dura reprimenda a los servicios de seguridad ya que la manifestante se había colado en el Fleet Center de Bostón sin ningún tipo de acreditación. Pero Teresa Heinz se supo sobreponer y fue tan brillante que llegó a eclipsar al senador Ted Kennedy, que también habló el martes, aunque ayer ella era la protagonista de todos los debates de los informativos estadounidenses. Mientras, Boston se preparaba para recibir a John Kerry, cuya gran noche será hoy pero ayer fue el día elegido para su desembarque en una ciudad a la que llegó en plan película de aventureros de Hollywood: en un barco cargado de veteranos del Vietnam. Kerry escuchará el discurso que en la madrugada de ayer tenía previsto dar su compañero de ticket, John Edwards.