Diario de León

Impresionante relato de las vivencias de doce días en un?frustrado intento?de llegar??a??Puerto?Rico

Náufragos dominicanos comieron a sus compañeros para sobrevivir

Una joven fue obligada a amamantar a los inmigrantes hasta que murió

Los hermanos de José Luis Burgos lloran durante el funeral

Los hermanos de José Luis Burgos lloran durante el funeral

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agencias | santo domingo
León

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Los supervivientes de una embarcación con 79 inmigrantes ilegales dominicanos que quedó durante 12 días a la deriva en alta mar narraron este pasado miércoles que se mantuvieron con vida comiendo algas, peces, sangre, leche materna y hasta carne humana en su frustrada travesía hacia las costas de Puerto Rico. Faustina Santana, una de las 36 inmigrantes rescatadas el martes pasado por pescadores del poblado de Nagua, a 180 kilómetros al norte de Santo Domingo, indicó que «la mayoría (de los balseros) entró en pánico y comenzó a lanzarse al agua» mientras otros «murieron de hambre». Siete de los naúfragos rescatados murieron horas después, debido a su avanzado estado de deshidratación. El hambre, la sed y la desesperación hicieron que los supervivientes del grupo de emigrantes dominicanos, que habían salido la madrugada del día 30 de julio, aprovecharan la leche de una joven que había dado a luz hacía dos meses y que amamantó a varios hombres para que pudieran sobrevivir hasta que sus senos se secaron. La joven les dio de mamar hasta que murió fruto de una hemorragia, contó a la prensa Santana. «Ella decía que ya no podía más, que ya tenía los senos secos, pero ellos seguían comiendo», narró la mujer, que al igual que sus compañeros está hospitalizada por desnutrición e insolación severas. «Se alimentaban prácticamente de los peces que podían agarrar, se tomaban sus propios orines, inclusive, hubo uno que nos narró que estaban comiéndose partes de los mismos seres humanos», reveló vía telefónica a un canal de televisión Negro Frías, un periodista de Nagua (noreste), que habló con los sobrevivientes. Sangre y algas Los naúfragos recurrían también a ingerir sangre y algas y saciaban la sed con un líquido que sacaban de una de las maderas de la embarcación, de acuerdo con otros testimonios. Se desconoce cual ha sido la suerte que corrieron otros 43 náufragos, pero según han podído deducir las autoridades de los testimonios narrados por los rescatados, también podrían haber muerto. La embarcación salió de la costa noreste dominicana hacia Puerto Rico con la idea de llegar un día después a su destino. Pero el mal tiempo frustró sus planes y el viento los devolvió desde aguas cercanas al islote puertorriqueño de Desecheo. Sin provisiones y a la deriva, los inmigrantes empezaron a desesperarse y el capitán abandonó la embarcación, con el pretexto de buscar combustible. Nunca más lo volvieron a ver, narraron los supervivientes. Desesperados y víctimas del sol, los viajeros de la embarcación usaron parte de sus ropas para convertir la yola en una especie de barca velera. Desesperados Algunos de ellos aseguran que llegaron a ver avionetas que sobrevolaban el área, pero aparentemente los ocupantes de éstas nunca los vieron. En el duodécimo día a la deriva, cuando muchos de ellos ya habían muerto y la mayoría de ellos se había desmayado, unos pescadores de la localidad de Nagua los avistaron y rescataron. «El viento y la misericordia de Dios nos empujaron de nuevo hacia las playas de nuestro país y unos pescadores nos auxiliaron llevándonos hasta la playa de Los Gringos (Nagua)», dijo en declaraciones a un medio de comunicación local Mirelis Duarte. Los pescadores Alberto Medina y Pedro Antonio Paulino, grandes conocedores de la costa y en entorno marino, cuentan que tuvieron que volver a tierra para poder desmantelar una de sus barcas y llevarse el motor para instalárselo a la yola de los viajeros ilegales y así poder llevarla hasta la costa. Sin embargo, fuentes de la Marina de Guerra dominicana atribuyeron a ésta el rescate de los náufragos, que sin ambargo cifraron en 33.

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