Annan se emociona en el aniversario del peor atentando contra la ONU

Las familias de las víctimas del atentado de hace un año contra las Naciones Unidas en Bagdad, que se cobró la vida de 22 funcionarios de diversas nacionalidades, pidieron ayer a los líderes mundiales que trabajen juntos para terminar con los conflictos «a través del diálogo» y el rechazo a la vía violenta. En una emotiva ceremonia celebrada en Ginebra para conmemorar el primer año de aquella tragedia -el ataque directo más grave sufrido por la Organización-, los familiares pidieron a los gobernantes de los países más poderosos que apoyen «lealmente a las Naciones Unidas» en su misión de paz. En nombre de todas las familias, la hermana de Reham Al-Farra, una de las víctimas iraquíes del atentado, pidió que se conciban nuevas visiones y estrategias para enfrentar este periodo «de diálogo difícil entre los pueblos y naciones». Rula Al-Farra afirmó que el mundo atraviesa «una era de terror ciego, en el que el conflicto es respondido con conflicto y gente inocente paga el precio más alto». Pidió también al secretario general que rinda tributo a aquellos que sacrificaron sus vidas «siendo la voz de quienes no tienen voz en este mundo». Rula Al-Farra recordó que los que murieron en el atentado de Bagdad tenían en común la convicción de defender su visión de «un mundo mejor sin pobreza ni guerras, con paz y prosperidad para toda la humanidad». El discurso del presidente En su discurso, Annan dijo que para él este último año fue «difícil y de profunda introspección» y confesó que la guerra en Irak fue algo que «sinceramente pensé que podía haberse evitado». Afirmó que no sólo perdió colegas en el ataque, sino verdaderos amigos y que nadie, salvó su esposa, podía imaginar «mi angustia, mi desaliento y mi profundo sentimiento de pérdida, no sólo como amigo, sino por ser la persona responsable en última instancia del bienestar y seguridad del personal de Naciones Unidas». Con voz entrecortada por la emoción, dijo que el trágico hecho «afectó lo más profundo de mi ser». La ceremonia fue clausurada por la activista por los derechos humanos y cantante Barbara Hendricks.