| Crónica | Primer día de luto nacional |
Beslán despide a sus hijos
Al menos 170 víctimas de la masacre recibieron ayer sepultura mientras, en la morgue de la capital de Osetia, siguen esperando un centenar de cadáveres para su identificación
Rusia comenzó ayer el primero de los dos días de luto por las víctimas del asalto de la escuela de Beslán, en Osetia del Norte, en medio de un clima enrarecido por la confluencia de la solemnidad de los funerales y el avance de la investigación, teledirigida desde Moscú, sobre la operación de la toma de rehenes. Las banderas ondeaban a media asta en todo el país y la televisión convocaba para hoy una «manifestación de solidaridad contra el terrorismo» en la capital moscovita que se prevé masiva. Desde su residencia en el Kremlin, el presidente ruso, Vladimir Putin, aseguró que «todos estamos hoy en corazón y alma en Osetia del Norte, en Beslán». Putin, que recibió a los miembros de su Gobierno en el Kremlin, comenzó la cita con un minuto de silencio e instó a sus ministros a honrar la memoria de las víctimas. En medio de las muestras de duelo nacional, Beslán entierra a los suyos. El duelo y el dolor acompañaban a las miles de personas que dieron el último adiós a los fallecidos. Si el domingo fueron 18 los cadáveres que recibieron sepultura, este lunes 104 familias celebraron los funerales de 170 de los fallecidos en la toma de rehenes, que en su mayoría han sido costeados por la administración del distrito norosetio. Antes de las exequias, un grupo de artificieros del Ejército ruso rastreó de cabo a rabo el cementerio, que ha tenido que ampliar su espacio para poder enterrar a todas las víctimas. Una dura prueba El Instituto de Medicina Forense de Vladikavkaz, la capital del Osetia del Norte, en donde se encuentran el centenar de cadáveres que aún no han podido ser identificados, es un destartalado edificio de dos pisos con un depósito frigorífico con capacidad para apenas treinta cuerpos. Por eso, los muertos yacen directamente en el patio del edificio, cubiertos únicamente por una funda de plástico de color negro sobre la que ayer, caía una copiosa lluvia. El olor era insoportable. Provistas de mascarillas, dos chicas examinaban los efectos personales colocados junto a los restos mortales. «Hemos venido buscando a un muchacho de 14 años, hijo de una amiga de mi familia», comenta una de las jóvenes. Según ella, la madre en cuestión -que sospecha que su hijo, de nombre Gueorgui, está irremisiblemente muerto, ya que no figura en ninguna lista de heridos- «no encuentra fuerzas para venir a identificar el cadáver». «Lo malo es que nuestra ayuda no ha servido de mucho, porque no hemos encontrado a Gueorgui», asegura la chica agitando nerviosamente la cabeza en sentido negativo al preguntársele su apellido. «Temen venir a identificar a sus muertos, prefieren mantener la esperanza de que están internados en algún hospital», asegura Yuri Gutsáyev, director del centro forense. Según sus palabras, la cifra definitiva de fallecidos sin identificar se facilitará en breve, pero «a grosso modo se puede decir que supera ligeramente el centenar». «Entre ellos, hay unos 60 niños», afirma el responsable médico. Aproximadamente la mitad de todos esos cuerpos deberán ser sometidos a una prueba de ADN, ya que su estado impide un reconocimiento visual. Se trata de las personas que quedaron atrapadas en el gimnasio de la escuela número 1 de Beslán y perecieron consumidas por el incendio que se declaró tras las dos explosiones que precipitaron la tragedia. Sin embargo, añade Gutsáyev, «hay medio centenar de cuerpos que pueden ser identificados a simple vista pero sus familiares no se han pasado todavía por aquí». «Es una dura prueba pero terminarán acudiendo».