Crónica: La vuelta más triste
Solamente doscientos niños, de los novecientos matriculados, regresaron ayer a las aulas de la escuela de Beslán. Las secuelas psicológicas marcan la vuelta a la normalidad en Osetia del Norte
Las secuelas sicológicas que ha dejado la tragedia de Beslán dificultan el regreso a las aulas de los 900 alumnos matriculados en la escuela secuestrada el pasado 1 de septiembre. Tan sólo dos centenares de niños se armaron de valor para reanudar este miércoles las clases una vez que los artificieros rusos concluyeron las labores de desactivación de los explosivos esparcidos por el derruido gimnasio de la escuela oseta. Una sala donde 155 escolares perdieron la vida masacrados por los terroristas. La imagen de un policía armado con una metralleta de grandes dimensiones que montaba guardia a la entrada del centro acaparaba la mirada de los alumnos en su primer día de clase. «Muchos padres no han dejado a sus hijos ir a la escuela. Tienen miedo y prefieren esperar un poco», explicó Olga Kourgassova, que llegó al recinto con su hija de ocho años. Beslán, una población de algo más de 30.000 habitantes situada a 18 kilómetros de la capital de Osetia del Norte, Vladikavkaz, todavía no se ha recuperado de la tragedia que vivió cuando el primer día de septiembre una de sus escuelas fue secuestrada por un comando de chechenos e ingushetios. Al menos un millar de familias padeció directamente el horror de la toma de rehenes y muchas personas permanecen aún hospitalizadas con quemaduras y heridas. El trágico desenlace y el pánico experimentado a lo largo de las más de 48 horas que duró el secuestro provocarán graves secuelas sicológicas, especialmente entre los niños, que perdurarán durante algún tiempo, según opinan los expertos. Ahora los menores que sufrieron el secuestro corren riesgo de padecer «graves trastornos sicológicos», según el pediatra Gilbert Vila, especializado en sicotraumatología del menor en el hospital Necker de París. Ayuda de Unicef El Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef) ha lanzado un programa de apoyo a los niños afectados por el ataque terrorista contra una escuela de Beslán, ciudad de Osetia del Norte (Rusia) que visitó h una misión de reconocimiento. «Fue una visita muy rápida pero bastante intensa y positiva», dijo a su regreso de Beslán el holandés Carel de Rooy, representante del Unicef en Rusia. Durante su estancia en Osetia del Norte, Rooy abordó con representantes del Gobierno autónomo la puesta en marcha de un programa de ayuda del Fondo a esa república rusa, con «provisión de material médico básico, apoyo psicosocial a los niños y sus familias y asistencia educativa» durante 15 meses. De Rooy comunicó que la delegación del Unicef visitó la escuela número uno de Beslán, destruida durante el trágico desenlace de la crisis de los 1.200 rehenes capturados el pasado día 1 por un comando terrorista chechén. «Todo aquello es dramático y deprimente», expresó De Rooy sus impresiones tras la visita al colegio que, como señaló, ya «se ha convertido en un sitio de peregrinación». Sobrevivir al horrorEn la imagen superior, la profesora Sidakova-Magkayeva saca en brazos a su nieta, Victoria, de apenas dos años de edad, inmediatamente después de que las fuerzas policiales se hicieran con el control del edificio. En la fotografía inferior, ambas se abrazan en un parque de Beslán antes de llevar a la niña al colegio doce días después de sobrevivir al secuestro, con el reflejo de la tragedia todavía en sus ojos. | dl