Diario de León

El volcán que jamás se extinguió

Ni zares ni soviéticos lograron apagar los conflictos étnicos y religiosos del Cáucaso, que afloraron al debilitarse el poder de Moscú y que hoy siguen cerrados en falso

Publicado por
Rosa PaínoFirma - redaccióndata
León

Creado:

Actualizado:

Horas después de la masacre, los habitantes de Beslán juraban y perjuraban que lo ocurrido en su ciudad debía solucionarse entre caucásicos. «Si veo un checheno o un ingush, lo mataré, o a su madre, o a su hijo», dijo un joven que buscaba a su hermana desaparecida en la toma de la escuela. «El Kremlin no pinta nada en esto. Putin no controla nada aquí. Es un asunto caucásico», añadía otro joven de nombre Artium. Ante los llamamientos a vengar la sangre de los inocentes, las autoridades norosetas apelaban a la calma en el Cáucaso, una volátil mezcla de grupos étnicos y religiosos con odios ancestrales. Los régimenes zarista y soviético aplastaron con brutalidad sin límites y con deportaciones masivas las rebeliones de las distintas naciones caucásicas. La URSS siempre presumió de tenerlas controladas, pero en tiempos de la perestroika, la guerra entre Armenia y Azerbaiyán por Nagorno Karabaj inauguró en 1987 un nuevo tipo de conflictos con componentes étnicos y territorales que con los años se fueron radicalizando. El Cáucaso siempre fue un volcán que jamás se extinguió. Los conflictos se mantuvieron latentes y afloraron al debilitarse el poder central. Hoy en día sigue siendo un gran polvorín con numerosas disputas cerradas en falso, aunque sólo la mecha siga encendida en Cheche-nia. Los jefes guerrilleros de está república -cuya suerte ha estado ligada a la lucha por el poder en Moscú- siguen haciendo la guerra al Kremlin, pese a la invasión militar rusa entre 1994-96, un pro-ceso de paz que no prosperó y la «operación an-titerrorista» de octubre de 1999 lanzada por el en-tonces aspirante a presidente, Vladimir Putin. Casi cinco años después del inicio denominado Vietnam caucásico los separatistas continúan causando bajas al Ejéricto ruso. Combatientes Militares sin empleo o mal pagados tras el finiquito del gran Ejército Rojo, mafiosos caucásicos, cosacos en búsqueda de su mítico pasado, y fundamentalista islámicos crecidos a la sombra de Osama Bin Laden han nutrido y prolongado estos conflictos. Así, el padre de la independencia de Chechenia, Dzojar Dudáyev -asesinado por Rusia en 1996 mediante un misil que captó el teléfono vía satélite del separatista-, y su sucesor, Aslán Masjádov,eran respetados y laureados oficiales soviéticos. Por su parte, el temido jefe guerrillero Shamil Basáyev, tras pasar por el conflicto de Nagorno Karabaj, recibió formación militar en los campamentos de los muyahidines de Pakistán y Afganistán, adonde llegó con la ayuda del servicio secreto paquistaní y el visto bueno de la CIA, en tiempos del régimen talibán. Los hilos En el medio de todas las disputas étnicas, religiosas y territoriales siempre está la mano del Kremlin, moviendo sus hilos para hacer prevalecer su dominio sobre los países que no controla desde que lograran su independencia tras la caída de la URSS en 1991: Georgia, Armenia y Azerbaiyán. El objetivo de Moscú es evitar la influencia en la región de países como Turquía, Irán y Arabia Saudí, el desplazamiento de la colonia rusa y mantener las bases militares heredadas de los tiempos de la Unión Soviética, así como las valiosas reservas petrolíferas y los oleoductos. Por su parte, los pueblos musulmanes siempre han odiado a Moscú. «El hambre les conducirá al sometimiento», era el lema de Alexéi Yermolov, un cruel general zarista principal conquistador del Cáucaso, que los jerarcas del Kremlin han impuesto desde hace años. Osetia La crisis de los rehenes ha destado una crisis política en Osetia del Norte de imprevisibles consecuencias. Los osetas son uno de los pocos pueblos cristianos de la región y durante siglos se han enfrentado a sus vecinos musulmanes. En el siglo XIX, se pusieron al lado de los zares cuan-do los seguidores del Corán lucha-ban contra la co-lonización rusa, y durante la Revolución Roja fueron la punta de lanza de los bolcheviques en su paso hacia el soviet de Georgia. Su enfrentamiento con la vecina Inghusetia se remontan a la década de los 50, cuando Stalin hizo que la región inghus de Prígorodni pasara a manos de Vladikavkaz. Los dos pueblos habían logrado normalizar sus relaciones, después de su última fricción, con miles de muertos, en el otoño de 1992. Rusia siempre tomó partido por Osetia. Mientras Inghusetia fue refugio para los chechenos que fueron desplazados por la guerra de 1991, la ciudad noroseta de Mozdok era la la principal base de la maquinaria rusa lanzada sobre en Chechenia. Texto

tracking