Los aspirantes responderán a las preguntas de un grupo de electores en el estado de Misuri
Bush afronta el segundo debate con Kerry en plena tormenta sobre Irak
Los demócratas acusan al presidente de engañar a los americanos para ir a la guerra
El popular showman Jay Leno arrancó su programa del miércoles en la NBC con una sarcástica duda: «Los dos partidos están muy contentos con el resultado del debate entre los vicepresidentes. Bien ¿Pero es que acaso nadie se pregunta quién diablos se quedó al frente del país mientras Cheney debatía con Edwards?». El chiste ilustra a la perfección la espada de Damocles con la que George W. Bush acudirá esta noche a su segundo cara a cara televisado con John Kerry. Tras el revolcón de la pasada semana, y el desplome en las encuestas hasta llegar a un empate virtual, la capacidad de Cheney para mantener el tipo frente a una brillante abogado como Edwards confirmó la generalizada sensación que tienen los estadounidenses de que no es precisamente Bush quien mueve los hilos en la Casa Blanca. El candidato a la reelección se ha encontrado además con una inmensa tachuela en el peor tramo del camino, el informe de Charles Duelfer sobre la ausencia de armas de destrucción masiva en Irak, que ya ha sido utilizado por los portavoces de Kerry para denunciar que «Bush engañó al pueblo americano para ir a la guerra». El debate -que se celebrará en el decisivo estado de Misuri a las tres de la mañana, hora española, y durará noventa minutos- llega con el proceso electoral más abierto que nunca y supone la penúltima oportunidad del aspirante demócrata para ponerse por delante en las encuestas. La fórmula será diferente al de la pasada semana en Florida. Según las condiciones pactadas por ambas partes, los candidatos deberán responder a las preguntas de un grupo de 150 votantes registrados que han sido seleccionados por al empresa de demoscopia Gallup. Los electores tendrán libertad para preguntar lo que quieran, con la salvedad de que el moderador del programa, el periodista de la ABC Charles Gibson, deberá tener por escrito las cuestiones el inicio del programa. Ninguna otra persona, ni la comisión de debates ni los equipos de campaña, podrán ver las preguntas o acercarse al público. En principio, el carácter campechano de Bush jugará a su favor, frente a un Kerry que transmite una imagen más distante y que lleva varios días intentando mejorar la distancia corta en pequeños actos electorales. En cambio Bush deberá pulir su falta de paciencia ante las críticas, muy mal valorada en las encuestas posteriores al primer debate, y estará obligado a no perder la compostura cuando Kerry esgrima el con-trovertido informe Duelfer. Más agresivo En este sentido, en las filas demócratas esperan a un Bush más agresivo que hace ocho días. «Los próximos dos debates serán mucho más duros para nosotros que el primero», indicó Mike McCurry, uno de los asesores de Kerry. «El primero era determinante pero tenemos probablemente mucho más para perder en los dos próximos», aseguró. La agenda de los candidatos en las horas previas ha sido muy diferentes. Kerry se ha quitado de en medio y lleva dos días preparando el debate en Denver. Bush, por su parte, llegará al enfrentamiento tras un intenso programa en el que intenta recuperar lo perdido la semana pasada. Ayer el presidente de EEUU, George W. Bush, afirmó que tomó la decisión «correcta» al invadir Irak, en un intento por contrarrestar el daño político causado por un informe que certificó que ese país no tenía armas de destrucción masiva. «Hicimos lo correcto al entrar en acción», dijo Bush. «Hicimos lo correcto al entrar en acción . El informe demuestra que Sadam engañaba» GEORGE W. BUSH Presidente de EE.UU.