| Crónica | El informe definitivo |
Los argumentos se caen
El informe de Charles Duelfer de más de mil páginas contradice los argumentos que utilizó la Administración Bush para invadir Irak. El Grupo de Búsqueda en Irak (Iraq Survey Group, ISG), integrado por unos 1.750 expertos de EE. UU., el Reino Unido y Aus-tralia, visitó unos 1.200 lugares y entrevistó a ex funcionarios del régimen. La investigación tuvo un coste 900 millones de dólares. Estas son sus principales conclusiones: Armas biológicas El ISG juzga que Bagdad aban-donó su programa de armas biológicas a finales de 1995 (...) No se encontró ningún elemento directo que muestre que después de 1996, planeara lanzar un nuevo programa de armas biológicas. Ni pruebas de que poseía o estaba desarrollando esas armas para ser lanzadas desde vehículos. Químicas Irak destruyó unilateralmente sus armas químicas no declaradas en 1991. Fue descubierto un número reducido de municiones viejas y abandonadas. Nucleares Sadam Huseín puso fin al pro-grama nuclear en 1991 después de la guerra del Golfo. El ISG no encontró ningún elemento que sugiera la existencia de esfuer-zos para reanudarlo. Misiles No se encontró pruebas de que Irak poseía variantes de misiles Scud después de 1991. Prioridades de Sadam Su prioridad desde 1991 era lograr el levantamiento de la sanciones de la ONU, al mismo tiempo que mantener la seguridad. Tenía intenciones de reconstituir su capacidad de elaborar armas prohibidas una vez levantadas las sanciones y recuperada su economía. Irán era el enemigo Irán era el principal motor de esta política, ya que el régimen iraquí consideraba que era su principal enemigo. La voluntad de enfrentarse a Israel y de ad-quirir influencia en el mundo árabe era secundario. Sobornos Según datos de la CIA, el régi-men pagó millones de dólares en negocios de exportación de petróleo a empresas, gobiernos y políticos extranjeros entre 1996-2003, violando el embargo de la ONU. En la lista figuran el ex ministro francés Charles Pasqua; el director del progra-ma humanitario de la ONU Benon Sevan; el nacionalista ruso Vladimir Yirinovsky, y los presidentes de Indonesia, Megawati Sukarnoputri, y el Líbano, Emile Lahoud. Según París, esas acusaciones no han sido comprobadas. Manías del dictador El informe muestra a un Sadam paranoico. No usaba el teléfono desde 1990 por miedo a ser localizado y asesinado por EE.UU., y sus alimentos eran examinados en laboratorios. Escondido en sus palacios era inacccesible incluso para sus colaboradores más cercanos, que tardaban incluso días en localizarlo. En cambio, a me-nudo se reunía con los iraquíes, especialmente mujeres, porque decía que eran su mejor fuente de información. Bush sigue juntificando la guerra por el «historial de odio y agresión hacia EE.UU.». «El informe muestra que Sadam Husein engañaba sistemáticamente al sistema de inspecciones. Lo hacía con la esperanza de reanudar sus programas de armas», aseguró ayer Bush en una declaración en la Casa Blanca tras conocerse el informe.