Si gana Bush, si gana Kerry

Si gana George W. Bush, el presidente de guerra, se espera más de lo mismo, tono neoconservador, unilateralismo, lucha contra el terror como eje de la política. Pero no cabe duda de que será distinto. Para empezar, Estados Unidos no dispone de fondos para abrir nuevos frentes de guerra y la opinión pública está cansada de aventuras. Quieras que no, el segundo Bush tendrá que guiarse más por la diplomacia y atender a la reactivación de la economía. ¿Habrá aprendido Bush algunas lecciones del pasado? No lo parece. Está convencido de que lo ha hecho muy bien, por mucho que la situación sea peor de la que regía antes de la invasión de Irak. Ha elevado la seguridad a la categoría de obsesión nacional. Cuando en el segundo debate una mujer le preguntó entre el público que citara tres errores que hubiera cometido respondió que ninguno. Ese es Bush, siempre perfecto en su visión maniquea del mundo y de la vida, o negro o blanco. Kerry, en cambio, admite los matices. «A Bush no lo quieren y Kerry no ha convencido», ha escrito el editorialista E.J. Dione. Ningún presidente ha recibido en noviembre más votos de los que atesoraba en octubre. Si el pronóstico se cumple, el próximo día 2, el hasta ahora inquilino de la Casa Blanca obtendrá entre el 48 y el 49 por ciento de los votos por un 44 o 45 de Kerry. El consejero principal de la Casa Blanca, Karl Rowe, alias 'niño prodigio', insiste en que ganará el que haya convencido al país de que puede ganar la guerra contra el terrorismo. ¿Va a ser un voto «en contra» más que «a favor»? Según el cálculo demócrata se trataría de recoger los votos de Al Gore en 2000 más un estado de los que ganó Bush, Florida o New Hampshire. Si gana John Kerry puede esperarse un deshielo con Europa tras el divorcio con Bush. Aunque, como ocurre siempre, hay voces que advierten sobre la relativa inamovilidad de la política exterior norteamericana. Pero es que algo tiene que cambiar. Kerry sabe de sobra que la oleada de antiamericanismo en el mundo no cesa. La primera preocupación será Irak, las elecciones de enero, claro está, de donde ha dicho que no va a huir. El candidato demócrata, si gana, deberá recabar, para resolver ese problema, la ayuda de la ONU y de los países árabes. Al Qaeda como objetivo: el último cálculo eleva a 18.000 los efectivos de La Base de Ben Laden en 60 naciones. Cambio seguro Kerry deberá abordar las ambiciones nucleares de Irán y Corea del Norte, el peligro, ya anunciado en los debates y admitido tanto por Bush como por Kerry de la proliferación de armas de destrucción masiva. Añádase a eso el protocolo de cambio climático de Kioto fuente de problemas para EE.?UU. Kerry tendría que hacer frente nada más llegar, en enero, a la hostilidad de un Congreso de mayoría republicana y, por añadidura, patrocinar una nueva fase en las relaciones entre Israel y Palestina, el fusible de todos los desencuentros en Oriente Medio. Lo que sí se anuncia en las quinielas de Washington es un cambio en el equipo de Bush, si sale vencedor de la prueba del martes. ¿Seguirá Colin Powell como secretario de Estado si gana Bush? El que ha hecho ya las maletas es el ministro de Defensa Rumsfeld, lo mismo que Tom Ridge, ministro para la seguridad interna. Powell, la única paloma del gabinete parecía dispuesto a tirar la esponja después de cuatro años de batallas intestinas con los neoconservadores. Aunque hay quien señala que Bush le necesitaría más que nunca. En todo caso Condoleezza Rice, la eminencia gris a la sombra del presidente, es la sustituta «in pectore» de Powell. No hay que olvidar el nombre de la «otra Rice», Susan Rice, consejera de Kerry en materia de política exterior y antiterrorismo.«Kerry -ha declarado-, no estará obsesionado con el unilateralismo y la guerra solitaria». Rowe adelanta que si gana Kerry «habrá purgas estalinistas y fusilamientos en el partido republicano». Huele a pólvora.