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Mal pronóstico para Palestina

Pese al tópico del divorcio de Arafat y su pueblo, el «rais» sigue siendo el líder más popular entre los palestinos y su desaparición supondría un cataclismo para su lucha política

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Miguel A. Murado - león
León

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El hombre designado por Silvio Berlusconi para ser el eurocomisario italiano en Bruselas, Rocco Buttiglione, está al borde de un barranco y calibrando la altura que lo separa del suelo. Si hasta ahora sólo eran los eurodiputados quienes reprobaban al profesor democristiano, debido a sus declaraciones homófobas y sexistas, algunos jefes de Gobierno de la Unión se sumaron ayer al coro de críticas, aumentando así la presión sobre Roma y sobre el futuro presidente del la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, para que Buttiglione se vaya. «No acepto la homofobia, no acepto el insulto, no acepto la arrogancia». Así se despachó ayer en una emisora de radio el primer ministro francés, el conservador Jean-Pierre Raffarin, cuando fue preguntado por el affaire Buttiglione. Igual de explícito se mostró el jefe del Ejecutivo sueco, Göran Persson, que reprochó al todavía ministro de Berlusconi su «sensacional falta de juicio». El desaire a Roma también llegó desde Bélgica, cuyo primer ministro, el liberal Guy Verhofstadt, llegó a decir que no le gustaría tener en su gabinete a una persona «con propósitos tan denigrantes». El revés sufrido por la «Comisión Barroso» ante la Eurocámara, en gran medida a causa de Buttiglione, parece haber desempolvado la artillería punzante de algunos líderes comunitarios, especialmente de inspiración franco-alemana, que se mostraban un tanto empachados por un colegio de comisarios que tachaban de demasiado neoliberal, excesivamente atlantista y escorado hacia los nuevos países de la UE. Pero pese a todo el ruido de fondo, Berlusconi aguanta el pulso y mantiene a su candidato. Aun a riesgo de que hoy se le agüe la bruñida ceremonia preparada en Roma para la firma de la Constitución Europea por parte de los líderes de los Veinticinco. O quizás no aguante tanto, ya que ayer el diario romano La Repubblica informaba de que Il Cavalieri estaría dispuesto a «sacrificar» a Buttiglione en el altar europeo, a condición de que no sea el único. Barroso dice que los cambios en su equipo de 24 comisarios «será algo muy limitado», con menos «de ocho o diez cambios», pero que en ningún momento aceptará a un candidato «con problemas con el Parlamento». Si algo queda claro con esta crisis es que la confección de la Comisión ya no es algo que deciden 25 personas en un Consejo opaco, sino que tiene que darse un baño de democracia en la Eurocámara, que al final es la que hace valer su peso en la ratificación.

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