La otra mujer del presidente
Condoleezza Rice, hasta ahora consejera de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, será la primera mujer negra que ocupe la Secretaría de Estado de Estados Unidos, una de las muchas barreras que ha roto a lo largo de su vida. Rice, que el sábado cumplió 50 años, fue propuesta para el cargo por George W. Bush, quien durante el anuncio en la Casa Blanca le encomendó la misión de continuar la guerra contra el terrorismo y el proceso de paz en Oriente Medio. «Condi Rice es la persona adecuada para esos retos», afirmó Bush, quien dijo apreciar el «juicio firme y sólido» de su principal asesora en política exterior y seguridad. Es una de las personas que más contacto diario tienen con el presidente, hasta el punto de que hace meses, en una cena privada, tuvo un «lapsus» y llegó a decir «como dice mi marid... quiero decir, el presidente». La confianza de Bush en ella es absoluta. Si otros la apodan «la princesa guerrera» por su tono en muchas ocasiones adusto y su defensa de la guerra, el presidente la llama «la desatascadora» por su trabajo en Oriente Medio y en Irak. En su rancho de Crawford, el presidente ha dado en llamar a una colina «la cuesta de los Balcanes» porque allí, en una parada durante una excursión en bicicleta, Rice le explicó los principios básicos de la historia de esa región. Y es que la asesora de Seguridad Nacional es, además de pianista de nivel profesional y una consumada deportista, catedrática en Política Internacional de la prestigiosa Universidad de Stanford (California), con una larga carrera académica a sus espaldas. Nacida en Birmingham, Alabama, en 1954, Rice convivió con la segregación racial. A los ocho años, mientras jugaba, oyó una explosión muy cerca de donde estaba. Era una bomba del Ku-Klux-Klan en una iglesia baptista que dejó muertas a cuatro niñas negras, una compañera suya.