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| Análisis | El conflicto en la sombra |

Viktor o Viktor

Aparte de su dimensión local, el conflicto electoral en Ucrania supone un pulso silencioso entre Moscú y la UE

Publicado por
Miguel Murado - redacción
León

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Viktor Yushchenko o Viktor Yanukovich: incluso en la simetría de los nombres de los dos políticos que luchan por el poder en Ucrania está la simetría de este conflicto que tiene paralizado al país y que amenaza con lanzarlo a una espiral de caos administrativo y desprestigio internacional. El anuncio ayer de que el Parlamento deslegitimaba los resultados de las recientes y confusas elecciones presidenciales no hacía sino agravar ese caos sin señalar un camino para resolverlo (la cámara no tiene potestad para anular las elecciones). Mientras, los partidarios del candidato supuestamente perdedor, Yushchenko, se preparan para una «salida a la georgiana», una toma del poder desde la calle, en fin, lo que se ha dado en llamar una «revolución de terciopelo» y que en muchos casos, como en Serbia, no ha resultado demasiado revolucionaria, y en otros, como el de precisamente Georgia, no ha resultado tampoco de terciopelo. Una frontera imaginaria El problema quizá sea que la simetría de este conflicto entre tocayos refleja la realidad de Ucrania mejor que las propias elecciones. Basta echar un vistazo al mapa de los resultados electorales para comprender que existen dos Ucranias por cuya frontera imaginaria fluyen las aguas del Dnieper. El Este, industrial, rusófono y vinculado históricamente a Rusia (es, de hecho, el mismo origen de Rusia) está con Yanukovich; el Oeste, de lengua ucraniana, más inclinado al comercio, relacionado histórica y económicamente con Polonia y Austria, ha apoyado masivamente a Yushchenko. Nada escenifica mejor las dificultades de comunicación entre estos dos países dentro del país que el hecho de que el candidato del este, el gubernamental Yanukovich tiene él mismo dificultades para comunicarse en ucraniano (su lengua materna es el ruso). Son dos Ucranias, que tan sólo comparten tres cosas: el nombre, una edad media común y el período soviético: poco bagaje para la Europa centrífuga del siglo XXI. Ya el nombre de Ucrania es una especie de condena: deriva del término kraj, «límite, frontera». Este país con problemas de ubicación en Europa siempre ha sido eso: una extremadura entre Centroeuropa y el «Extremo Oriente» europeo. Ahora vuelve a serlo, porque lo que se debate en este conflicto es, en realidad, dónde quedará fijada la frontera última de la UE. El presidente ruso Putin ya ha felicitado a Yanukovich; la Unión Europea ya ha dejado clara su preferencia por un Yushchenko que no hace ningún secreto de su intención de pedir el ingreso de Ucrania en la UE. Algunos empiezan a hablar tímidamente de una «partición» del país. Viktor o Viktor: el nombre significa «vencedor», pero ninguno lo es de momento. El perdedor puede, sin embargo, acabar siendo fácilmente la propia Ucrania.