Una revuelta en orden
Los habitantes de Kiev, prácticamente en la calle por octavo día consecutivo pese a las inclemencias del tiempo, mantienen intacta su voluntad de continuar movilizados mientras no se hayan satisfecho las exigencias del líder opositor, Víktor Yúshenko: en primer lugar, la anulación de la segunda vuelta electoral del pasado día 21, y la convocatoria de unos nuevos comicios. Los kievitas lo tienen más fácil porque, tras unas horas de manifestación en la plaza de la Independencia regresan a su casa para calentarse, comer y dormir. Más duro resulta para quienes han llegado a la capital ucraniana desde otras partes del país y no tienen ningún familiar o amigo en la ciudad. El equipo de campaña de Yúshenko y el Ayuntamiento de Kiev, cuyos concejales mostraron su adhesión al líder opositor desde el primer día, han montado un operativo muy bien organizado para alojar, alimentar y mantener elevada la moral de los manifestantes que no son de Kiev. Los organizadores de todo el tinglado no ocultan que están recibiendo dinero de organizaciones europeas y estadounidenses. Esos fondos se están utilizando para repartir mantas, impermeables y comida entre los partidarios de Yúshenko. Las ayudas han permitido instalar letrinas y hasta estufas en los campamentos. Se han habilitado además camiones, provistos de enormes pantallas y altavoces, por supuesto de color naranja, para seguir en directo las sesiones del Parlamento o del Tribunal Supremo. Las retransmisiones corren a cargo del Canal 5, el único opositor.