Diario de León

Siempre las toma como absoluciones sin plantearse dilemas morales ni implicaciones políticas | Análisis | Diez años de conflictos borrados |

Berlusconi se libra otra vez de ser condenado al prescribir el delito La «suerte» de Il Cavaliere

Un tribunal de Milán dice que fue cómplice de soborno a un juez pero que está prescrito

Berlusconi, durante el juicio por sobornar a jueces

Berlusconi, durante el juicio por sobornar a jueces

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Íñigo Domínguez Jaime Castillo - roma roma
León

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Mitad absuelto, mitad prescrito el delito. La sentencia más esperada en Italia, que debía decidir si el primer ministro, Silvio Berlusconi sobornó jueces o no, rechazó esta posibilidad en uno de los cargos de imputación (la supuesta compra de una sentencia en el caso SME) pero dejó en el limbo la segunda acusación, que era la más fundamentada. Se trata de la famosa transferencia bancaria de 434.000 dólares que en marzo de 1991 partió de una cuenta clandestina de Fininvest, la empresa de Berlusconi, pasó por otra de su abogado Cesare Previti y acabó en el mismo día en una cuenta, también secreta, del juez romano Renato Squillante. Previti y Squillante ya fueron condenados en noviembre a cinco y ocho años de cárcel por esta operación en el juicio paralelo. Para Il Cavaliere, que ha sido juzgado por separado, se pedían ocho años, pero se ha beneficiado de la prescripción de este delito gracias a que el tribunal, en contra de la opinión del fiscal (que había subrayado la gravedad del delito) le ha concedido las atenuantes genéricas. Es decir, la rebaja de la pena la introduce en los supuestos que contemplan la prescripción. Berlusconi se salva otra vez de este modo, con la ayuda de la larga duración de los procesos en Italia, y siempre se lo ha tomado como absoluciones, sin plantearse dilemas morales ni posibles implicaciones políticas. En Italia nunca se ha hecho sangre con esta forma de salir por la puerta de atrás de un proceso. Además, según la ley italiana, un reo no es culpable hasta que en el Tribunal Supremo se agotan los tres grados de apelación. Otra cosa serán las opiniones que suscite en el resto de Europa, pero Berlusconi ya ha bregado con críticas parecidas. Una década Esta vez las investigaciones han durado diez años y el proceso cuatro, dilatado por varias maniobras que ha impulsado desde su puesto privilegiado de primer ministro. Además de sus continuas incomparecencias en las sesiones, dos pesadas iniciativas legales demoraron el proceso: la ley que permitía rechazar un juez si se tenía la «legítima sospecha» de que no era imparcial, rechazada en este caso, y el blindaje de inmunidad que canceló después el Tribunal Constitucional. «Más vale tarde que nunca», fue el primer comentario ayer del ilustre imputado al conocer la sentencia. «Tenía razón en estar sereno, tenía plena conciencia de mi inocencia». Forza Italia y el resto del centro-derecha celebraron de inmediato la sentencia como una absolución en plena regla. El primero en saber que no era así fue su abogado, Niccoló Ghedini, que ya anunció un recurso para intentar obtener la total declaración de inocencia y borrar la prescripción del expediente. Ayer en Italia, a las 6 de la tarde, se ventilaba el gran asunto del año pero las tres cadenas públicas de televisión y las tres propiedad de Berlusconi ofrecían dos programas de cotilleos, un documental de Mongolia, dos series y un episodio de Popeye. Los problemas con la Justicia del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, han sido una constante en sus diez años de vida política, pero siempre los ha conseguido superar con la inestimable ayuda de la prescripción de los delitos. El último caso, el presunto soborno de jueces para bloquear en 1985 la venta del grupo alimentaria público SME, no ha sido una excepción y se cerró ayer con la misma fórmula de absolución por prescripción. Esas sombras, subrayadas una y otra vez por sus rivales, las ha tratado de convertir Il Cavaliere en la prueba fehaciente de la persecución judicial que atribuye a sus enemigos políticos de la izquierda. Todas las imputaciones que se le han hecho tienen que ver con su imperio económico, un entramado de negocios televisivos, editoriales y publicitarios con ramificaciones en el mundo de los seguros o el fútbol (es propietario del Milán), forjado con el espíritu de promotor inmobiliario con el que empezó su carrera. Antes de irrumpir en la arena política ya conoció el sabor de las condenas al ser hallado culpable de falso testimonio en el caso de la Logia masónica P-2, a la que pertenecía, pero la amnistía de 1989 le quitó de encima el peso del delito. Tras llegar a la presidencia del Gobierno en 1994, aprovechándose de la desaparición de la vieja clase política por la cruzada anticorrupción de Tangentopoli, coleccionó en primera instancia hasta 6 años y 7 meses de prisión, de las que siempre fue absuelto en la apelación. Sólo nueve meses después de su investidura como primer ministro, los mismos jueces que le habían allanado el camino hacia el poder le arrojaron de él con una acusación de corrupción a la Guardia de Finanzas encargada de controlar a sus empresas. Por este caso fue condenado a 2 años y 9 meses de cárcel, que las prescripciones y la insuficiencia de pruebas dejaron en el olvido tras la apelación y el recurso al Tribunal Supremo. En manos de Garzón La financiación ilegal con 21.000 millones de liras (10,5 millones de euros actuales) del Partido Socialista de su amigo y mentor Bettino Craxi, a cuya vera construyó su imperio empresarial, le valió una primera sentencia de 2 años y 4 meses de prisión, que la dilación del proceso condujo a la prescripción. En el 2000 se libró de una condena de 1 año y 4 meses de cárcel por otra falsedad en balance en la compra de la sociedad cinematográfica Medusa tras ser absuelto en la apelación con fórmula dubitativa. La prescripción del delito ya había sido su principal aliado para salir airoso de la acusación de falsedad en la compra de los terrenos que rodean su residencia milanesa de Macherio en 1999. El mismo argumento le sirvió en el 2001 para ser exonerado del sobornos a jueces para hacerse con la propiedad de la editorial italiana Mondadori, la más importante del país. Su larga y dilatada cuenta con la Justicia incluyó hasta una investigación por supuesta colaboración con la mafia y blanqueo de dinero negro, archivada en 1998 al cumplirse los plazos previstos. Queda abierto aún un proceso contra Berlusconi instruido por el juez de la Audiencia Nacional española Baltasar Garzón, por falsedad y fraude fiscal en Tele 5, hoy bajo su control.

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