Rusia sigue en guardia

En su comparecencia anual ante los medios de comunicación rusos y la prensa extranjera acreditada en Moscú, aplazada tras la tragedia de Beslán, el presidente Vladímir Putin se mostró ayer seguro de sí mismo y desafiante ante el aluvión de críticas que le están lloviendo desde fuera del país por su posicionamiento en relación con la Revolución Naranja en Ucrania, la crisis de Yukos, la guerra en Chechenia y el retroceso que están sufriendo la democracia y la libertad de expresión en su propio país. Putin rechazó todas las acu-saciones y arremetió virulen-tamente contra sus detractores en Occidente asegurando que Europa y EE.UU. aplican una política de «doble rasero» según sus intereses en cada momento. «Las recientes elecciones en Kósovo, en donde los serbios no pudieron salir de sus casas para ir a votar, son homologables y democráticas. También las celebradas en Afganistán, en donde aparecieron de repente, no se sabe bien de dónde, sacos enteros de papeletas mientras a los votantes se les borraba la tinta de las manos. Elecciones en Irak Ahora vamos a asistir a unos comicios en Irak en condiciones de ocupación», denunció el máximo dirigente ruso. En alusión a las revueltas ucraniana y georgiana, Putin advirtió que «con revoluciones rosas o azules, con la fuerza de la calle, con métodos fuera de la ley, se corre el riego de precipitarse hacia el abismo del conflicto permanente». A la pregunta de sobre qué opinión le merecen las palabras del presidente polaco, Aleksander Kwasniewski, de que Washington preferi-ría ver a Rusia sin Ucrania, el mandatario respondió que «nunca nos propusimos anexionar Ucrania».