| Crónica | Mount Lavinia, el Benidorm de Sri Lanka |
Donde no llegaron los Reyes
El azote del maremoto en Mount Lavinia, llena de turistas extranjeros y de nacionales que aprovechaban dos días de vacaciones, arruinó a su población, ya pobre de por sí
Sunnil Meble vio llegar la gran ola a lo lejos y empezó a correr. Dice que el agua cubrió las palmeras y encarceló los hoteles que bordean el arenal de Mount Lavinia, un Beni-dorm asiático para turistas suizos y anglosajones talluditos. Ese área de vacaciones está a sólo diez kilómetros al sur de Colombo, una ciudad en la que si uno no quiere no percibe las secuelas de lo que sucedió el día después de Navidad en España y el Budish Poya Day en Sri Lanka (una festividad celebrada por la mayoría budista del país). El número de víctimas se incrementó notablemente en todo el país porque ese día buena parte de la población se había desplazado desde las ciudades de la zona centro hasta las áreas más turísticas del sur para disfrutar de dos días de vacaciones. Sin techo y sin empleo Mientras escapaba, Sunnil Meble, pescador de oficio, ahora también sin techo y sin empleo por orden de la Naturaleza, no pensó en su casa, levantada con cuatro tablas sobre un trozo de arena de poco más de cuatro metros cuadrados. Sólo se acordó de su familia que también corría como las otras quince que tenían su hogar junto a la vía del tren que va a Galle, otra de las ciudades turísticas sureñas arrasadas por el maremoto. Ayer, este hombre con más canas que años mostraba el montón de escombros en el que se había convertido su hogar. Era pequeño, diminuto incluso para las medidas occidentales, pero era el techo bajo en el que se cobijaba su esposa, sus hijos y sus cuñados. Y pese a ver su cama destrozada, su ropa arruinada y sus escasos utensilios de cocina desgajados y esparcidos por la arena, este pescador de bajura disimulaba una sonrisa sorda. Su razón y la de los otros 50 habitantes del lugar, en su mayoría mujeres (al igual que sucede en el resto del país, el primero de la historia en tener primera ministra) era la llegada de tres voluntarios locales de Cruz Roja que llegaban cargados con botellas de agua. Ninguna oenegé había llegado hasta ayer para tenderles la mano. Sólo un altruista turista suizo que decidió quedarse tras la catástrofe los surtió de provisiones y fotografió el momento para recordarlo. En Mount Lavinia, donde la mayoría son cingaleses, no murió nadie, pero la gente se quedó sin techo y se instaló junto a sus ruinas, improvisando salas de estar bajo el sol y mesas para jugar a una especie de damas. El destello de las botellas de plástico bajo el sol hizo que los moradores de esta playa se acercaran a los visitantes para enseñarles cómo habían quedado sus casas. Todos querían una foto, todos querían hablar, querían tener un nombre en la lista de damnificados anónimos y en la retahíla de cifras que se renuevan cada día. Imish, un niño de cuatro años, era uno de ellos. Ayer, el día de Reyes en Occidente y el día de nada en Oriente, Imish ayudaba a su madre. Mirando al mar y a una pequeña tina llena de agua lavaba la ropa que su progenitora había podido rescatar de entre los escombros. Pobreza y hoteles El lavado antecedió al baño y a un cepillado de dientes sin cepillo. Y es que la cercanía de los hoteles ofrece a la playa de Mount Lavinia la ventaja de disponer de pequeños grifos trampeados a los hosteleros por la población civil, entre la que se registra un elevado índice de pobreza. Ese listón de la supervivencia bajó todavía más el pasado día 26, cuando Sunnil perdió su barca, al igual que Danaka y que otros muchos que tarda-rán todavía un tiempo en saber cuándo podrán regresar al mar para faenar. Y ayer, con la caída del sol, sólo se veían objetos esparcidos por la arena de Mount Lavinia, mujeres que habían aprovechado el agua para calentarse un té y turistas altos y rubios que paseaban por la arena con el recuerdo, quizá de lo que fue ese Benidorm de Sri Lanka. Hallado un turista español Uno de los tres españoles desaparecidos en Tailandia como consecuencia del maremoto ha sido localizado, según comunicó ayer el ministerio que dirige Miguel Ángel Moratinos. Se trata de Florencia Relat Cols, de 35 años, quien se encontraba lejos de la zona costera afectada por la catástrofe, en concreto en Pattaya, a unos 150 kilómetros al oeste de Bangkok y a 600 de Phuket, donde inicialmente se le creía desaparecido. Aún permanecen desaparecidos dos españoles. De uno, Manel Vila, se sabe que una ola lo arrastró en la playa de Phuket.