La historia se repite peligrosamente

La historia se repite, peligrosamente. Decía Bush ayer que «no descartamos ninguna opción con respecto a Irán» y basta echar un vistazo a las hemerotecas para darse cuenta de que era exactamente eso lo que decía durante todo el año 2002, cuando ya tenía prácticamente decidido invadir Irak y cuando mantenía sesiones semanales con el general Tommy Franks sobre cómo se llevaría a cabo el ataque. No es éste el único dejà vu guerrero que en los últimos días ha ofrecido Washington. La Rice mentando de nuevo al famoso eje del mal -que en su momento no fue más que un intento del redactor de discursos de Bush de camuflar el verdadero objetivo, Irak-, la filtración a la prensa de los primeros detalles del plan de ataque, los cabildeos de los halcones en la Casa Blanca para desprestigiar las iniciativas negociadoras de la Unión Europea, la enésima predicción del subsecretario de Defensa, Paul Wolfowitz, de que el régimen de los ayatolás colapsaría con un pequeño ataque porque se produ-ciría una revuelta interna que tomaría el poder y daría la bienvenida a Estados Unidos. Todo suena a conocido. En el punto de mira Lo crea Europa o no -tampoco lo creía cuando se hablaba de invadir Irak a comienzos del 2002- Estados Unidos ha puesto a Irán en su punto de mira. La cosa va en serio. Los halcones de Washington, envalentonados tras la reeleción presidencial, han echado a andar la maquinaria y ya pregonan que Teherán sólo frenará sus aspiraciones nucleares si hay una amenaza creíble de usar la fuerza. La catarsis iraquí que se le podría suponer a la Casa Blanca no se está produciendo. Da la sensación de que si los preparativos no están más avanzados es porque la realidad es tozuda y a día de hoy el Ejército norteamericano se las ve y se las desea para lidiar con sus compromisos en Irak y Afganistán. Sin embargo, según publica The New Yorker , los comandos ya están allí desde el pasado verano para identificar objetivos para un posible ataque.