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| Encuentro digital | María Cedrón |

«Allí sólo huele a destrucción; es un olor tan intenso que se mete en la ropa»

La enviada especial del Diario de León a la zona afectada por el tsunami aceptó el reto de ser la voz de la tragedia. María Cedrón cuenta su experiencia en www.diariodeleon.es

La periodista María Cedrón, en un momento del encuentro digital

Publicado por
María Carnero - león
León

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Acaba de llegar de Sri Lanka, de ser la voz de una de las catástrofes más devastadoras de los últimos tiempos. María Cedrón, enviada especial del Diario de León a Asia, intercambió impresiones con los internautas de www.diariodeleon.es a los que trató de explicar cómo la furia del agua puede cambiar el destino de miles de personas. -¿Cuando te incorporas a tu vida normal, no te entraron remordimientos de conciencia por vivir tan bien y ellos tan mal? ­-No, no son remordimientos de conciencia. Lo que sientes es impotencia de no poder hacer nada más. La eterna pregunta es qué puedo hacer. -¿Hay todavía zonas inaccesibles para la ayuda? -En el caso de Sri Lanka, la ayuda está llegando a todas partes, después de haber superado los problemas de infraestructuras. En ese país, la zona de más difícil acceso sigue siendo Jaffna, al norte, donde los conflictos entre grupos de musulmanes dificultan el reparto, aunque éste se realiza. En Indonesia, todavía quedan lugares a los que es complicado acceder, salvo en helicóptero. -La ONU ha asumido la muy complicada tarea de coordinar la ayuda humanitaria. ¿Tiene infraestructura, medios y personas suficientes para ello? ¿Es capaz de garantizar que la ayuda llegue en tiempo y forma a quien la necesite? -A veces, visto sobre el terreno, da la impresión de que la ONU pierde mucho tiempo en burocracia. Los todoterrenos de esta organización recorren los campos para comprobar que la ayuda llegue y sea distribuída. De esa tarea, al menos en el caso de Sri Lanka (país en el que he estado) se encargan luego los voluntarios de las oenegés y los voluntarios locales coordinados por los responsables de los distintos distritos en los que se divide el país. El Ministerio de Salud es también el que se encarga de repartir y coordinar la ayuda sanitaria. -¿Qué tratamiento habéis recibido los corresponsales, por parte de las autoridades? ¿ha sido complicado? -La verdad es que las autoridades locales se han portado bien con nosotros. Ellas son las primeras interesadas en que se conozca lo que realmente ha sucedido en todo el mundo. Su principal preocupación ahora es también que no se olvide, que el interés se mantenga aún después de que la noticia del maremoto haya pasado de ser la apertura de los informativos a situarse en la última parte de la escaleta de la información internacional. Además, en todo momento nos estaban agradeciendo nuestro trabajo. -225.000 es una cifra espeluznante, pero a la par bastante fría. ¿No deberían los medios de comunicación destacar el componente humano? -Una cifra nunca llama la atención, sino se le pone cara. Hay que dar siempre nombre y apellidos a esos números. Es lo que hemos tratado de realizar para acercar el drama de toda esa gente aquí. 1397058884 ¿Como te has sentido? ¿El lado humano de la catástrofe te ha superado en algún momento? -La realidad, a veces, es tan poderosa que nos supera. En este caso, creo que nos superó a todos los que estábamos allí. Somos periodistas y nuestro trabajo es informar, pero también somos humanos. A veces resulta muy difícil poder transmitir lo que estamos viendo, sobre todo en un caso como éste en el que te das cuenta de que no existe nada tan devastador como la Naturaleza y, en este caso concreto, el poder de destrucción que tiene el agua. -Me gustaría que describieses con pocas palabras la situación en esa zona. -En estos momentos, Sri Lanka está tratando de mirar al futuro, aunque las imágenes de los pueblos reconstruídos se sitúen todavía en un futuro lejano. En ese proceso de recuperación, hay también una gran brecha entre lo que sucede en el suroeste de la isla y lo que ocurre en el noroeste. La primera zona, de gran explotación turística, las labores tratan de apurarse más porque hay que recuperar la economía, levantar de nuevo los hoteles... Ahí, los problemas de salud de los supervivientes se centran en las secuelas psicológicas. En la segunda zona, los problemas de salud son más graves. La gente ya era pobre y vivía con el problema añadido del conflicto tamil. Ahora todavía son más pobres y los hospitales que había han quedado destruídos. La asistencia sanitaria para solucionar posibles epidemias es más urgente. -¿Te costo mucho tomar la decisión de irte? -No, nada. Fue un impulso. Me preguntaron si quería ir e inmediatamente respondes. -Vivir de cerca un desastre así debe de ser una de las cosas más horribles como ser humano y como profesional. ¿Lo ves como una experiencia que no quieres volver a tener o al contrario? -Como experiencia ha sido duro, muy duro. Pero aprendes cosas que sería imposible descubrir en otra situación. En nuestra profesión, uno nunca puede estar cerrado a nada. Siempre acabas aprendiendo algo. Espero no tener que volver a informar de algo semejante, sobre todo porque no quiero que suceda. Pero si ocurre, volvería a hacerlo. -¿Cómo notaste a la población de allí, hundida ante la tragedia o esperanzada ante las ayudas? -Creo que ninguno de los dos extremos. Tenían miedo, mucha gente huyó de la costa hacia las poblaciones del interior. Estaban desesperados por todo lo que habían perdido, pero no lo manifestaban y, sobre todo, estaban muy agradecidos. No dejaban de dar las gracias. -¿Qué fue lo que más le impresionó? -El olor, el silencio y la actitud de la gente, su capacidad de enfrentarse a una situación que les había desbordado. Su forma de entender la vida es muy distinta a la nuestra. Todo el mundo había perdido a alguien y querían contárselo a alguien. Era su forma de desahogarse, pero no lloraban, ni se lamentaban, como haríamos aquí. Simplemente lo contaban y te daban las gracias por estar allí. ­-¿En qué medida esta experiencia ha cambiado tu vida? -Supongo que aprendes a dar valor a cosas que pueden pasar desapercibidas dentro de la cotidianeidad de la vida en los países desarrollados. En situaciones como ésta aprendes a mirar a la cara, a leer en la mirada. Es importante mirarse a la cara. -¿Es cierto que la ayuda norteamericana es más bien escasa? -Desde mi punto de vista, la ayuda norteamericana es más presencial que realmente efectiva. Existe un gran despliegue de marines perfectamente equipados que, amablemente, saludan a la población. Luego, a la hora de trabajar el porcentaje de gente que realmente está a pie de obra es escasa. Luego ves a gente grabando cualquier labor de ayuda que realizan los marines. Es una ayuda muy promocional. -España, ¿hace todo lo que debe? ­-No sé qué es lo que realmente debería hacer. Lo que sí es cierto es que la ayuda española fue la primera en llegar, al menos a Sri Lanka. Además, las oenegés españolas fueron también las primeras en acceder a algunas zonas de la costa este a las que todavía no había llegado la ayuda. La población era consciente de eso y por las calles alababan la labor española. -Cuando viajo, lo primero que siempre me llama la atención es el olor de los países. ¿A qué huele Asia en este momento? -En el interior del país, donde no ha llegado el tsunami, sigue oliendo a canela y gengibre. En la costa sólo huele a destrucción. Es un olor intenso que se queda prendido en la ropa, creo que no hay un olor tan fuerte. Es difícil de describir porque no se puede comparar a nada.

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