Diario de León

Más de 24.000 personas han perdido la vida en el país desde el inicio de la invasión de EE.?UU.

El ataque más letal de la insurgencia iraquí deja 117 muertos en un hospital

Un suicida con las manos atadas al volante lanzó su coche bomba contra un centro médico

Tres adolescentes iraquíes contemplan los restos del coche bomba

Tres adolescentes iraquíes contemplan los restos del coche bomba

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Namir Sobhi - bagdad
León

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Un kamikaze con las manos atadas al volante de un vehículo cargado de explosivos y un Corán a su lado sembró ayer la muerte en un barrio de la localidad chií de Hilla, al sur de Bagdad. Al menos 117 personas murieron y 200 resultaron heridas en este atentado suicida, el más mortífero desde la caída del régimen de Sadam Huseín, en abril del 2003. Según Fardus al Ibadi, portavoz de la Media Luna Roja iraquí, anoche «más de 120 heridos continuaban ingresados en los hospitales de la ciudad, varios de ellos graves», por lo que no se descarta que el recuento mortal sea al final aún mayor. A media tarde, varias ambulancias continuaban recorriendo el centro de Hilla pidiendo por altavoces a la población que acuda a los hos-pitales para donar sangre. El atentado tuvo lugar sobre las 9.30 hora local (7.30 en España) frente a un centro médico en Hilla. El suicida lanzó el coche contra los civiles que guardaban cola frente al dispensario para hacerse un chequeo, requisito necesario para quienes buscan trabajo en la Administración. Pero muchos de los fallecidos se hallaban al otro lado de la calle comprando en los puestos de un mercado. Escenas dantescas «El suicida vino por una callejuela aledaña», dijo Zeyd Shamran, uno de los testigos. «Era un Mitsubishi gris y en el viajaban dos personas; cuando paró, un hombre salió, besó y estrechó la mano al otro hombre». Momentos después el coche explotó. El director de la policía de investigación, Thamer Sultán, indicó que el automóvil estaba lleno de varias decenas de kilos de TNT y de granadas de mortero, para «lograr la máxima cantidad de víctimas». Los testimonios describieron un escenario dantesco. Decenas de cuerpos mutilados se podían ver en el suelo tras la explosión, que una doctora de la Media Luna Roja, cuya sede se encuentra cerca del lugar de la explosión, sólo acertó a calificar entre balbuceos de «terrible, una auténtica masacre». Más de 24.000 personas, la gran mayoría de ellas civiles, han muerto en Irak desde que el Gobierno de Estados Unidos decidió iniciar la guerra contra ese país el 20 de marzo del 2003, según diversas fuentes. Aunque respecto a las víctimas civiles no existe ningún balance oficial, se calcula que durante el conflicto bélico y la posguerra han muerto hasta ahora al menos 17.000 iraquíes y más de 200 ciudadanos extranjeros. En ese tiempo han perdido también la vida cerca de 5.500 soldados iraquíes y 1.655 efectivos de las fuerzas de ocupación. El sangriento atentado se produjo el mismo día en que la maquinaria judicial dio una importante vuelta de tuerca en el proceso para castigar a los dignatarios del antiguo régi-men de Sadam Huseín.

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