Los iraquíes exigen en Hilla al Gobierno que los proteja o dimita

Las fuerzas iraquíes y de Estados Unidos aceleraron su campaña contra la insurgencia en el oeste del país, mientras los habitantes de Hilla comenzaban a enterrar en medio de las protestas a los más de un centenar de muertos que el lunes dejó el atentado más sangriento de la posguerra. Numerosos iraquíes se congregaron por la mañana frente a los dos hospitales de esa ciudad, en espera de que se les entregaran los cadáveres de sus familiares fallecidos en el ataque, perpetrado por un suicida con coche bomba. Otros preguntaban por el estado de los cerca de 130 heridos que aún reciben tratamiento en los hospitales de Hilla y Al Yumhuri. «Al menos 40 cuerpos están aún sin identificar. Varios de los heridos están graves y tuvimos que pedir ayuda médica urgente que nos ha llegado ya desde Bagdad, junto a equipos médicos de las ciudades de Kerbala, Diwaniya y Nayaf», afirmó Mohamed Abdelamir, un responsable del hospital Al Yumhuri. Mientras, centenares de habi-tantes de Hilla se manifestaron entretanto en el centro de la ciudad, izando la bandera iraquí y fotos de algunas víctimas, así como pancartas en las que se pedía a los responsables de seguridad que «nos protegéis o dimitís». Los manifestantes exigieron que el Gobierno interino adopte «medidas prácticas para castigar a los autores del ataque», cometido cuando nu-merosos iraquíes hacían cola frente a un centro médico para hacerse un chequeo necesario para quienes buscan trabajo en una institución gubernamental. Reinvindicación El atentado fue reivindicado ayer mediante un comunicado difundido en Internet por la Organización de Al Qaida para la Yihad (Guerra Santa) en Mesopotamia, que lidera el jordano Abu Musab al Zarqaui, considerado la primera amenaza terrorista en Irak. Según fuentes policiales, las fuerzas de seguridad han iniciado una amplia operación para detener a supuestos insurgentes en Hilla, y han establecido varios controles policiales en las principales carreteras de la ciudad, ubicada en el llamado «triángulo de la muerte». En Waset, a 150 kilómetros al sureste la capital, ocho presuntos insurgentes murieron y otros once fueron detenidos en un tiroteo con soldados iraquíes, en el que cuatro de éstos resultaron heridos, informó un comunicado del mando militar estadounidense. Las fuerzas iraquíes y de EE.UU. han intensificado, entretanto, sus operaciones contra supuestos feudos de la insurgencia en la provincia occidental de Al Anbar, escenario de frecuentes acciones de violencia, y donde el Ejército iraquí cree que está escondido Zarqawi. «La reciente detención de uno de los principales asesores de Al Zarqaui en Heet (norte de Al Anbar) puede ayudarnos a res-tringir el movimiento de este lí-der terrorista en esa zona», dijo el jefe del Estado mayor iraquí, el general Babaker Zibari. Comunicación interceptada Por otra parte, Osama Bin Laden sugirió recientemente al jordano Al Zarqaui que considere atacar a Estados Unidos en su propio territorio, según revelaron ayer fuentes de organismos antiterroristas estadounidenses. Una fuente que pidió no ser identificada dijo que la comunicación, interceptada por la inteligencia norteamericana, se produjo hace poco. Sin dar más detalles para no comprometer los esfuerzos antiterroristas, añadió que no contenía una amenaza específica. Las autoridades estadounidenses han decidido, no obstante, no subir el nivel de alerta antiterrorista en el país ya que, más allá de la reaparición de Bin Laden, no hay elementos amenazadores nuevos para Estados Unidos.