Diario de León

Uno de cada tres uruguayos no se puede mantener y necesita ayuda

Primera medida de Tabaré: un plan contra el hambre en Uruguay

El objetivo del nuevo Gobierno es atender a 200.000 personas pobres, la mitad de ellos indigentes

Tabaré Vázquez celebra que es presidente desde el balcón del edificio Independencia de Montevideo

Tabaré Vázquez celebra que es presidente desde el balcón del edificio Independencia de Montevideo

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Jorge Figueroa - montevideo
León

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En su primer día de trabajo, el nuevo Gobierno uruguayo puso en marcha un plan de emergencia social para garantizar los derechos básicos de los más desfavorecidos y frenar el crecimiento de la indigencia. Tal como prometió el presidente Tabaré Vázquez durante su campaña, y ratificó en el discurso de toma de posesión, el llamado Plan de Atención Nacional de Emergencia Social (Panes) es la primera prioridad del Gobierno. El objetivo fundamental es atender a unas 200.000 personas pobres, de las cuales la mitad son consideradas indigentes absolutos por no poder cubrir sus necesidades básicas. «No sólo se trata de asistir a los que están en situación desesperante, sino de lograr la construcción colectiva de las condiciones para erradicar la emergencia y salir de la crisis», afirmó la recién nombrada ministra de Desarrollo Social, Marina Arismendi. «En la actualidad casi uno de cada tres uruguayos son pobres», dijo, y agregó que en Uruguay «hay casi un millón de personas con carencias», por lo que «el programa tuvo que fijar prioridades para atender las situaciones más urgentes». El plan tendrá un coste de 200 millones de dólares repartidos entre el 2005 y el 2006, y ese dinero, fundamentalmente, será destinado a ayudas en efectivo a familias pobres e indigentes a cambio de trabajos comunitarios, y a la donación de alimentos. El monto que recibirán las familias aún no está determinado, pero en contrapartida deberán comprometerse a garantizar la asistencia a los centros educativos de sus hijos menores y adolescentes, y su atención sanitaria. El plan pretende, además, dar algún tipo de cobijo a los sin techo, especialmente adultos mayores, creando hogares diurnos. «El sistema de reforzar la alimentación de esas familias pobres nos permitirá, en alguna medida, recuperar a productores de alimentos que quebraron en los años de crisis económica», agregó la ministra.

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