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Publicado por
Enrique Vázquez
León

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Las trece facciones palestinas armadas acordaron ayer mantener la «calma vigente» por tiempo indefinido y, con gran rapidez, el Gobierno israelí hizo saber, en correspondencia, que, mientras tal cosa ocurra, «se abstendrá de lanzar operaciones ofensivas». El arreglo de un alto el fuego mutuo fue alcanzado en El Cairo en una esperada reunión de tres días entre los líderes del movimiento palestino y el presidente Mahmud Abbas, con la mediación del Gobierno egipcio de Mubarak a través del general Omar Soleiman, jefe de Inteligencia, aunque la negociación interpalestina propiamente dicha había sido trabajada por el presidente Abbas y su equipo en Gaza en las semanas precedentes. Se trata, aunque parezca un acuerdo de mínimos, del hecho política y militarmente más relevante desde que comenzó la segunda intifada en septiembre del 2000, la rebelión palestina que ha costado la vida a unos mil israelíes y a unos tres mil quinientos palestinos. Hay que subrayar la rapidez con que el gobierno Sharon anunció su disposición a acomodarse a la nueva situación, aunque su postura podría ser interpretada como la simple aceptación de lo que el comunicado palestino presentaba como una condición de su propia autocontención: el compromiso israelí de que no atacará en los territorios. El arreglo se completa, y esto es decisivo, con la creación de una instancia interpalestina que estudiará las condiciones de lo que parece una virtual refundación de la OLP, en la que los factores islamistas, ausentes hasta ahora de la organización históricamente dominada por Al Fatah, se disponen a entrar. Los líderes del movimiento radical Hamás, además, participarán en las elecciones legislativas del 17 de julio y está sopesando la posibilidad de participar en un ejecutivo palestino de unidad nacional con Abú Mazen. Es cierto también que la nueva posición se adereza con un vocabulario cuidadosamente escogido que tiene a minimizarlo formalmente, pues la parte islamista rehusó firmemente proclamar, como quería Abbas, una «tregua» (en árabe hudna ) por la sencilla razón de que, técnicamente, se considera en guerra contra Israel desde el armisticio de Rodas (1949) y ya observa una hudna . Por eso impuso la tesis del periodo de «calma» (en árabe tahdia ) una palabra jurídicamente menos vinculante. Sea como fuere, es muy importante lo sucedido ayer y, si se mantiene, como es probable, abre expectativas nuevas y prometedoras para Oriente Medio. Incluso aunque la jerga oficial israelí se atenga todavía a la precondición poco realista de desarme y desmantelamiento de las milicias antes de entrar en un diálogo político sustancial.

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