La ira popular se desata en Kirguizistán y la sangre empieza a derramarse
La república ex soviética de Kirguizistán podría ser escenario de una nueva revolución de color aunque puede que con tintes algo más violentos que las que tuvieron lugar en Georgia (Revolución de las Rosas) y Ucrania (Revolución Naranja). Después de varias semanas de protesta de la oposición, que considera que los resultados de las recientes elecciones legislativas fueron amañados por el poder, las fuerzas del orden decidieron este domingo pasar a la acción y practicar las primeras detenciones. La reacción de la calle no se hizo esperar. Más de 10.000 personas se congregaron en el centro de la localidad kirguisa de Jalal-Abad, en el sur del país, para exigir la puesta en libertad de los detenidos. La comisaría en donde estaban confinados los opositores fue asaltada y quemada, tras liberar a todas las personas allí retenidas. Los agentes del orden efectuaron varios disparos, según ellos, al aire para intimidar a la multitud. La oposición, sin embargo, asegura que se abrió fuego a bocajarro contra los asaltantes de la comisaría, y que hay varios muertos. El Ministerio del Interior kirguís admite que ha habido unas diez víctimas mortales pero declara no saber aún si han sido policías o manifestantes. Los disturbios estallaron ayer después de que la policía kirguisa desalojase por la fuerza las sedes de las administraciones locales de Jalal-Abad y Osh, la segunda ciudad más importante de Kirguizistán después de Bishkek, la capital. Esos dos edificios, se encontraban ocupados por la oposición que exige la anulación del resultados de los comicios.