Bush no encuentra un país que presente una resolución contra Cuba
El ministro cubano de Asuntos Exteriores, Felipe Pérez Roque, señaló ayer que el Gobierno de Estados Unidos ha sufrido la «primera derrota» en su empeño de condenar a Cuba en la Comisión de Derechos Humanos al no haber encontrando ningún país que presentara la resolución. Anunció, también que su país presentará nueve resoluciones, entre ellas las de declarar el derecho a la alimentación un Derecho Humano fundamental o el derecho de los pueblos a un orden internacional democrático y equitativo. El funcionario calificó de «flojo y falto de contenido» el texto, que por primera vez desde 1998 será presentado por el propia gobierno estadounidense. A su juicio, Estados Unidos se contenta con mantener el tema de la situación de monitoreo de los derechos humanos en la isla «vivo en la agenda» para el año siguiente. A una pregunta de si el incidente de la víspera cuando un grupo de mujeres comunistas se enfrentó verbalmente con las Damas de Blanco tendría consecuencias en la próxima visita del comisario europeo para el Desarrollo y Ayuda Humanitaria, Louis Michel, el ministro, después de asegurar que la periodista sabía que iba a «producirse una provocación», señaló que «en Cuba las calles son de los revolucionarios», por ello añadió que le parecía «legitimo que se opongan a los que trabajan en Cuba para el gobierno de Estados Unidos». Mercenarios Las autoridades isleñas sostienen que los disidentes «son mercenarios a sueldo de Estados Unidos. Los arrestos de 75 opositores la primavera del 2003, 61 de los cuales siguen en prisión, llevó al congelamiento en las relaciones entre Cuba y la Unión Europea. En este momento, después de gestiones de la administración española, el dialogo ha vuelto. Sin embargo, al gobierno de Fidel Castro no le gusta que la normalidad sea temporal, ya que en junio la UE volverá a votar. Los embajadores de la UE recibieron ayer a una representación de los opositores internos para, según la nueva filosofía europea, mantener contactos con la disidencia. Pero todo ello sin romper con Castro, según la política diseñada por Zapatero y acogida por la UE.