La oposición rechaza la revisión electoral y se dirige a la capital tras controlar el sur de Kirguizistán
La oposición de Kirguizistán rechazó ayer la revisión parcial de los resultados electorales propuesta por el presidente Askar Akáyev y se dirige a la capital Bishkek, tras hacerse con el control del sur del país centroasiático. «No hay negociación. Esa oferta no nos vale. Exigimos la inmediata dimisión de Akáyev, la disolución del Parlamento y la repetición de las elecciones», declaró la líder del partido opositor Ata-Yurt (Patria), Rosa Otunbáyeva. La respueta de Akáyev, en el poder desde 1990, no se hizo esperar. En un mensaje a la población, descartó su dimisión y la revisión de los resultados electorales, al tiempo que abogó por una solución negociada y política de la crisis, sin el em-pleo de la fuerza y sin decretar el estado de excepción. «No responderé a las provo-caciones decretando el estado de emergencia», dijo Akáyev ante la primera sesión del Parlamento elegido en unos comicios que la oposición considera fraudulentos. El jefe del Estado kirguís lanzó duras acusaciones contra los líderes de la revuelta y aseguró que tratan de llevar a cabo un «golpe de Estado» financiado y dirigido «desde el extranjero». La oposición controla ya las regiones meridionales de Osh, segunda ciudad del país, y Jalal-abad, de mayoría uzbeka, y la noroccidental de Talás, donde ha establecido un ejecutivo pa-ralelo y nombrado a sus propios gobernadores. La crisis alarma a Rusia y a los países vecinos de Kirguizistán, que temen la desestabilización de toda esa explosiva región. En el sur más de la mitad de la población es uzbeka, lo que hace temer un conflicto étnico como el de los 90, que dejó centenares de muertos. Moscú teme además que la rebelión sea aprovechada por los grupos integristas del valle de Ferganá, que engloba territorio de Kirguizistán, Uzbekistán y Tayikistán. Este amplio valle es un hervidero de clanes dedicados al contrabando de droga y armas.