Diario de León
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Varias horas duraron las escenas de pánico en Banda Aceh, la zona cero del tsunami del 26 de diciembre, una ciudad costera que anteayer pasó el testigo a las islas de Nias y Simelue como las áreas más afectadas por el seísmo del lunes. Ayer por la tarde, esa urbe repoblada desde hace tres meses por funcionarios procedentes de Yakarta y por legiones de oenegés comenzaba a recuperarse. «Aquí todo el mundo perdió a alguien hace tres meses. La ausencias las llevan bien, pero anteayer por la noche en sus caras volvió a dibujarse el pánico», cuenta por teléfono Nuria Pérez, una de las cooperantes de Médicos del Mundo desplazada en Banda Aceh. El sonido del seísmo los cogió por sorpresa: «Acabábamos de cenar cuando escuchamos el sonido del terremoto. Fue una sacudida muy larga. No entiendo de temblores, supongo que sólo duró un par de minutos, pero lo ves como una eternidad», recuerda. Esos 120 segundos fueron suficientes para que la gente saliera despavorida de sus hogares. Corriendo, en moto, en bici..., cualquier cosa servía para huir hacia las colinas. «Nuestra casa está cerca de la costa -cuenta Nuria- y al ver correr a la gente nosotros también corrimos. Seguimos a la multitud porque ellos sabían hacia donde ir. Además nos miraban y gritaban: 'Go, go...' Nadie dio la voz de alarma, pero no hizo falta». Una hora y media después de que se produjera el seísmo varios coches de la policía ar-mados con altavoces recorrieron las calles de Banda Aceh. Ayer por la mañana los turistas volvieron sobre la arena fina de la playa de Paton, tomando el sol y bañándose en las aguas color turquesa. La alerta de maremoto llegó en mal momento para la industria tailandesa de turismo, que no se recupera todavía del maremoto de diciembre, pero los turistas ocupaban otra vez las playas tras una noche agitada.

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