Gadafi arremete contra la UE y su «colonialismo» con el mundo árabe

Nadie lo esperaba y Muammar Gadafi ha vuelto a sorprender a todos al protagonistar una visita inédita dentro del mundo de la diplomacia. Tras haber llegado a Argelia para participar en la Cumbre de la Liga Árabe de jefes de estado y de gobierno, dedidió alargar su estancia, que ha aprovechado para reunirse con representantes de los partidos políticos y de la sociedad civil de Argelia con el objeto de «discutir e intercambiar opiniones sobre la situación en el mundo árabe, pero también para conocer de primera mano el desarrollo de las libertades y de la democracia en la región». Mucho se ha conjeturado durante estos últimos días a este respecto y algunos observadores, de la prensa magrebí sobre todo, han apuntado la posible preparación de una operación política de gran envergadura en Libia, no excluyendo la apuesta de Trípoli por una opción pluralista para un futuro no muy lejano. En el lenguaje claro y directo que en él es habitual, Gadafi se volvió a erigir en el portavoz de las dolencias y aspiraciones de la opinión pública árabe. Durante estos días evocó en numerosas ocasiones muchos de los asuntos que se encuentran entre las preocupaciones cotidianas de la gente de esta zona y que dominan también la escena internacional. En referencia a uno de los temas que estuvo sobre la mesa en los debates de la Cumbre de la Liga Árabe, la normalización de relaciones con el estado de Israel, Gadafi afirmó que esto era «imposible por razones prácticas y evidentes: no podemos reconocer un Estado hebreo creado sobre una tierra árabe en 1948». Además del conflicto arabo-israelí, hubo numerosas referencias a la ocupación de Irak, a la amenaza terrorista y al auge de los integrismos, así como a los numerosos desafíos como las cuestiones medioambientales o de salud. De nuevo Gadafi se ha erigido en el azote de Occidente. Así, quien hace algunos meses ha reiniciado sus «relaciones cordiales» con los Estados Unidos, se manifestó «profundamente inquieto» porque «el colonialismo vuelve, aunque no bajo la forma tradicional que tan bien conocemos sino, con una cara diferente, dulce y angelical. Occidente ya no utiliza la fuerza, como durante los siglos precedentes, y ahora se vale de estrategias más sutiles y elaboradas para reapropiarse de aquello que ha perdido en las luchas por la autodeterminación emprendidas por los pueblos que estaban bajo su dominación».