Diario de León

Un empresario griego invitó al presidente de la Comisión a un crucero valorado en 20.000 euros

Barroso se enfrenta a una tormenta política por aceptar un lujoso regalo

Bruselas apela al carácter privado del viaje y niega que haya conflicto de intereses

Durao Barroso escucha la traducción simultánea de una conferencia

Durao Barroso escucha la traducción simultánea de una conferencia

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Domingos Sampedro - corresponsal| bruselas
León

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El portugués José Manuel Durão Barroso vive sus horas más amargas al frente de la Comisión Europea. Y todo por haber aceptado la invitación de su gran amigo, el multimillonario griego Spiro Latsis, para disfrutar de unos días en un crucero de lujo en compañía de su esposa, Margarida Sousa. Detrás de este idílico regalo, valorado en unos 20.000 euros, está la sospecha de un posible conflicto de intereses, extremo negado ayer varias veces por el gabinete de Barroso. Pero Bruselas no despejó del todo las dudas al confirmar la veracidad de una información publicada por el diario alemán Die Welt , según la cual Durão Barroso habría aceptado las vacaciones en un crucero de lujo que le regaló un amigo empresario. Es más, los servicios del presidente de la Comisión Europea aportaron más detalles sobre este viaje, asegurando que se realizó entre los días 22 y 28 de agosto, es decir, cuando el ex primer ministro portugués ya había sido designado para el cargo en Bruselas, pero antes de que tomase posesión del mismo. La portavoz oficial de Barroso, Françoise Le Bail, resaltó ayer que este crucero era de carácter «privado» y respondía a una invitación cursada por el magnate griego-suizo Spiro Latsis, la cabeza visible de un conglomerado empresarial con intereses en los sectores naviero, petrolero y bancario. Según Le Bail, este empresario es amigo personal de Barroso desde hace 25 años. Se habrían conocido en la Universidad de Ginebra, donde también impartía clases el profesor Dusan Sidjanski, también presente en el crucero del verano pasado y al que Durão Barroso convirtió en uno de sus asesores personales, aunque no remunerado. El presidente no tiene intención de hacer nada para dejar de ver a sus antiguos amigos sólo porque sea el presidente de la Comisión Europea», respondió Le Bail a las insistentes preguntas de los periodistas, intentando zanjar la polémica. Otros casos Fue el euroescéptico británico Nigel Farage, un político que hace campaña para que el Reino Unido abandone la Unión Europea, el encargado de poner a Durão en la picota cuando le envió un cuestiona-rio con hasta 25 asuntos turbios en los que estaban involucrados varios miembros del Ejecutivo comunitario, entre ellos el propio presidente. Cada una de estas denuncias fue estudiada detenidamente a petición de Durão Barroso, tras lo cual la Comisión respondió por escrito a Farage que «ningún caso de este tipo que pueda ir en contra de los principios del Tratado ha sido identificado». En la diana de los euroescép-ticos estaría también el euroco-misario de Comercio, el británi-co Peter Mandelson, que según sus denuncias habrían aceptado unas vacaciones en Jamaica co-incidiendo con la cumbre de la UE con los países del Caribe, el pasado mes de enero. Farage, conocido por su inten-sa vigilancia de los miembros de la Comisión, ya arremetió contra el gabinete de Barroso nada más constituirse, en no-viembre, al denunciar que el comisario de Transportes, el francés Jacques Barrot, había ocultado a Bruselas una antigua condena de prisión, de la que fue indultado más tarde, por un turbio caso de financiación ilegal de su partido. Barroso aseguró ayer que ni él ni el resto de miembros del colegio de comisarios se ha beneficiado por razón de su cargo de ciertos privilegios, como invitaciones lujosas o regalos, vulnerando las normas comunitarias que se les aplican. El propio Durao Barroso, en su respuesta a la pregunta parlamentaria, argumenta que «en la medida en que los gestos de hospitalidad tengan lugar fuera del marco del ejercicio de las funciones oficiales, constituyen aspectos normales de la vida privada, y por tanto caen bajo el principio del respeto de la esfera privada de cada comisario y de sus anfitriones».

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